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miércoles, 16 de noviembre de 2016

El Gabinete de Historia Natural de Juan de Villanueva

El Museo del Prado es uno de los iconos de nuestra ciudad, un auténtico referente de la cultura y del turismo de la capital. Sin embargo, el edificio que alberga esta institución no fue construido para ser una galería de arte, y tampoco iba a tener el aspecto que conocemos hoy en día. ¿Te animas a conocer su historia?

"El Paseo del Prado y el Paseo de Recoletos desde la fuente de las Cuatro
Estaciones", Antonio González Velázquez, 1790. bne.es
La Ilustración fue un movimiento que se introdujo en España de la mano de Felipe V, el primer monarca de la familia Borbón en nuestro país. Sin embargo, fue su hijo, Carlos III, quien ha pasado a la historia como el rey que más promovió la cultura en Madrid.

Carlos III, proclamado monarca en Madrid el 11 de septiembre de 1759, en su afán por defender el pensamiento ilustrado, decidió construir una ciudad científica en lo que hoy es el centro de la urbe. El Salón del Prado, concebido como reforma urbana de Madrid durante el siglo XVIII bajo el mandato de este rey, pretendía ser uno de los lugares más ligados a la cultura en Europa. Por ello, en los aledaños del Paseo se ubicó el Real Jardín Botánico, el Real Observatorio Astronómico en el cerrillo de San Blas, también se finalizó el Hospital General, donde hoy se halla el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía… y se proyectó la construcción de un edificio para albergar el Gabinete de Ciencias de Historia Natural y la Academia de Ciencias.

Retrato de Juan de Villanueva por
Francisco de Goya y Lucientes, 1805
Esta ciudad científica se llevó a cabo por diferentes arquitectos. Uno de ellos, madrileño y nacido en 1739, llegó a ser el máximo exponente del neoclásico en España gracias al edificio que estaba a punto de construir. Se trataba de Juan Antonio de Villanueva y de Montes, más conocido como Juan de Villanueva.

El arquitecto, que llegó a ser “maestro mayor” o “arquitecto mayor”, construyó edificios como la Casa de Infantes del Real Sitio de Aranjuez, la Casa del Príncipe del Pardo, Las Casitas de Arriba y de Abajo del Real Sitio de El Escorial… pero fue en 1785 cuando ideó su gran obra: el Gabinete de Historia Natural.

Se considera que José Moñino y Redondo, I conde de Floridablanca y Primer secretario de Estado del rey Carlos III, fue quien pensó en la creación de esta “Colina de las Ciencias”. No obstante, fue Juan de Villanueva quien quedaría en el recuerdo de todos los madrileños, gracias a esta obra que estaba a punto de construir.

Villanueva no presentó uno, sino dos proyectos en 1785 para el Gabinete mencionado.
El primer proyecto (imagen A), reflejaba muy bien las características habituales de los edificios de este arquitecto, que a pesar de enmarcarse en el estilo neoclásico, solía hacer referencia al estilo herreriano, puesto que las máximas influencias del artista fueron Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera.

Imagen A. Primer proyecto de Juan de Villanueva para el
Gabinete de Historia Natural. callejeartemadrid.com
Ese primer proyecto destacaba por dividirse en dos partes diferenciadas: en primer término, unos pórticos cubiertos, aunque abiertos al Salón del Prado, darían la bienvenida al visitante. En la época se decía que el Salón era un lugar al que “ir y ser visto”, ya que era el lugar habitual de paseo para los madrileños. Por eso, el Gabinete se abriría a la avenida con este paso porticado en el que se ubicarían monumentos en cada extremo.
En el centro de este pasillo de columnas se encontraría un pequeño patio circular, que serviría de entrada al edificio principal, la segunda parte del conjunto, la que albergaría las instituciones científicas mencionadas, y que salvaría el desnivel existente en la fachada norte con una sencilla rampa para poder colocar allí otra entrada.

Imagen B. Segundo proyecto de Juan de Villanueva para el
Gabinete de Historia Natural. museodelprado.es
El segundo proyecto (imagen B) volvía a ser un edificio neoclásico, pero algo más sencillo al eliminar el paseo porticado, e incluir esas columnas directamente en la edificación principal. De esta forma se eliminaba una de las partes del conjunto, y se incluían sus características más relevantes en la otra.
De la misma manera, el desnivel se salvaría con una rampa.

Fue el rey quien eligió la segunda opción, y  las obras comenzaron durante ese mismo año, 1785. Sin embargo, Carlos III murió en 1788 y no pudo ver la obra completada. De hecho, se conservan algunos planos de la construcción de los años noventa del siglo XVIII que no pudo llegar a ver Carlos III. Estos planos se diseñaron ya durante el reinado de Carlos IV, y en ellos, el arquitecto hizo algún cambio, eliminando el pequeño torreón que había ideado sobre la fachada principal.

Plantas, alzados y perfil del edificio del Gabinete de
Historia Natural, Villanueva. 1796. museodelprado.es
En principio, el edificio se configuraría de la siguiente manera: el Real Gabinete de Historia Natural se situaría en la planta alta, la Academia de Ciencias en la baja, y el salón de juntas en una sala cuadrada que se encontraría en la parte central.

Cuando ya no quedaba mucho para finalizar la construcción del Gabinete, se produjo la invasión napoleónica en España. La Guerra de la Independencia (1808-1814), no solo paralizó las obras del Gabinete, sino que destruyó parte del mismo. Y es que las tropas francesas utilizaron el edificio como cuartel, y fundieron el plomo de cubiertas y canalones para la fábrica de proyectiles.

Tras la Guerra de la Independencia, Napoleón Bonaparte reconoció en 1814 a Fernando VII como rey de España tras el reinado de su hermano, José Bonaparte, con el nombre de José I.
La restauración absolutista se produjo con la figura de este rey Borbón, y tras ella, se continuó la construcción del edificio, pero a cargo de Antonio López Aguado, discípulo de Juan de Villanueva, quien había muerto en 1811. Sin embargo, se llevaron a cabo cambios con respecto al proyecto original, puesto que el edificio debería adaptarse a una nueva actividad: galería de arte.

Se decidió que la obra de Villanueva nunca acogería ese Gabinete de Historia Natural, se convertiría en una galería que acogería la Colección Real, es decir, las obras de arte más importantes de nuestro país, que en ese momento se encontraban en manos de la Familia Real.
Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII
Fernando VII tomó la idea de su padre, Carlos IV, que soñaba con un lugar en el que ubicar estas valiosas obras de artistas de la talla de Tiziano, Velázquez o Murillo, por nombrar a alguno de ellos. Fue Fernando VII el monarca que, impulsado por su esposa Isabel de Braganza, decidió llevar a cabo esa tarea.

El proyecto del edificio que finalizó López Aguado era muy similar al que había ideado Villanueva, con algún pequeño cambio. Por ejemplo, el espacio destinado a sala de juntas pasó a ser absidal y no cuadrado, y la fachada trasera también se vio modificada.

Finalmente, el llamado Museo Real de Pintura y Escultura fue inaugurado el 19 de noviembre de 1819 como una dependencia de la Corona, y siguió siendo privado hasta 1868, cuando la reina Isabel II fue destronada. Lamentablemente, en 1818, la reina Isabel de Braganza, que había promovido la creación de este museo, falleció, con lo que no pudo contemplar esta obra, que fue finalizada tan un año después de su muerte.

Años más tarde, tras la desamortización de Mendizábal (1836-1837), se decidió crear el Museo de la Trinidad que agrupara las obras de arte expoliadas a iglesias y monasterios. Este museo se ubicó en el desaparecido convento de la Trinidad Calzada, en la calle Atocha.

Con lo que, a mediados del siglo XIX, existían en Madrid, posiblemente los dos museos de arte más importantes de España en el momento: el Museo Real de Pintura y Escultura, y el de la Trinidad.

En 1865, el director del primero de los museos, Federico de Madrazo, cambió el nombre de esa institución, pasando a denominarse Museo del Prado, haciendo una clara referencia al Salón del Prado en el que se ubicaba.
Poco más tarde, en 1872, Amadeo I anexionó el Museo de la Trinidad al Prado, con lo que esas pinturas y esculturas del convento de la Trinidad Calzada se trasladaron al Prado, donde se han conservado hasta el día de hoy, haciendo de este uno de los museos más importantes del mundo.

Actualmente, reformado y ampliado, el Prado recibe más de dos millones y medio de visitantes al año (2.696.666 visitantes en 2015), que acuden a contemplar los casi 42.000 metros cuadrados de zona museística en este lugar. Aunque no todas las obras se pueden contemplar, ya que gran parte se halla en los depósitos del museo o prestada en exposiciones temporales, el Prado puede presumir de tener más de 27.000 obras de arte.
Museo del Prado en la actualidad

Entre todas estas obras, se encuentran las de artistas tan relevantes como Velázquez, el Greco, Goya, el Bosco, Tiziano, Rubens, Van Dyck, Murillo, Ribera, Zurbarán, Rafael, Veronese, Tintoretto o Fra Angélico, entre muchos otros.

El edificio histórico del Prado, el de Villanueva, no es muy diferente del segundo proyecto que ideó el madrileño. Bien es cierto que el Gabinete de Historia Natural nunca llegó a ver la luz en ese lugar, y que el primer proyecto quedó descartado, pero, gracias a Juan de Villanueva, el museo de arte más importante de nuestro país puede presumir de encontrarse en un edificio neoclásico espectacular, y frente a una avenida histórica para nuestra ciudad, el Paseo del Prado.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Proyecto de ampliación de Corrales y Molezún para el Banco de España

El Banco de España es uno de los edificios neoclásicos más destacados de la capital, pero… ¿sabías que se tuvo que hacer por partes, en sucesivas ampliaciones, y que alguno de sus proyectos nunca vieron la luz?

En el artículo de hoy nos situamos en el centro de Madrid, en la mítica plaza de Cibeles. Es allí donde se ubica desde finales del siglo XIX la sede principal del Banco de España.

Este organismo hunde sus raíces en el Banco Nacional de San Carlos, creado en 1782, aunque fue la fusión en 1847 del Banco de San Fernando (1829) y el de Isabel II (1844), la que permitió la creación de este Banco de España, que tomó su nombre actual en 1856. Hoy en día, su importancia reside en ser el banco central nacional y el supervisor del sistema bancario español junto al Banco Central Europeo (BCE).

El primer emplazamiento de esta institución fue el edificio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, en la calle Atocha, lugar en que se había ubicado el Banco de Isabel II, posteriormente el Banco de San Fernando tras la fusión, y por último el denominado Banco de España.

Palacio de Alcañices. Pintura de Juan Zapater
Pronto el edificio se quedó pequeño, y se decidió construir una sede más acorde con su importancia. Por ello, se decidió adquirir ya en 1882 el Palacio del Marqués de Alcañices, en la intersección de la calle Alcalá con el Paseo del Prado, además de algunos otros solares en los aledaños.

El Palacio de Alcañices, construido en fecha desconocida, era un enorme palacio donde anteriormente se situaba la vivienda de Luis de Haro, valido del rey de España Felipe IV, en el siglo XVII.
Ese edificio fue adquirido por Manuel Miguel Osorio y Spinola, XV marqués de Alcañices a finales del siglo XVIII, que en 1804 realizó una primera reforma para evitar que la fachada se desplomara.

XVII Marqués de Alcañices y duque de Sesto, junto con el
marqués de Sotomayor en las caballerizas del Palacio de Alcañices
Su hijo, Nicolás Osorio y Zayas, XVI marqués, lo remodeló por completo en 1847, gastando 2 millones de reales. Además encargó unas nuevas caballerizas en 1854, pero fue el hijo de este, José Osorio y Silva, XVII marqués de Alcañices y duque de Sesto, quien encargó a Francisco de Cubas, marqués de Cubas (de ahí el nombre homónimo de la calle situada tras el actual Banco de España, la antigua calle del Turco donde Juan Prim fue asesinado) la reforma más importante de aquel Palacio de Alcañices, que desaparecería tan solo unos años después.


Parece ser que tras la compra del solar en 1882  por el Banco de España, se convocó un concurso al que se presentaron cuatro proyectos, pero ninguno del gusto de la comisión que tomaría la decisión final, con lo que finalmente fueron los arquitectos Severiano Sainz de la Lastra y Eduardo Adaro, quienes recibieron el encargo de inspirarse en los edificios de otros bancos europeos para construir la sede del español.

Banco de España en la actualidad.
Entrada principal en chaflán por la plaza de Cibeles,
primera parte del edificio construida
Los arquitectos tomaron como ejemplo los palacios venecianos, y su proyecto fue aprobado en 1883. Tan solo un año más tarde, el 4 de julio de 1884, el rey Alfonso XIII pondría la primera piedra de esta edificación de planta cuadrada, con entrada principal en chaflán por la plaza de Cibeles.

El proyecto se tuvo que ir modificando según se iban comprando nuevos solares aledaños, con lo que el coste total de la compra de solares y la edificación alcanzaron las 15.300.000 pesetas. Así, la nueva y flamante sede del Banco de España pudo ser por fin inaugurada en 1891.

Esa construcción no era más que una pequeña parte de la que tenemos hoy en día, la que rodea a ese chaflán de Cibeles. La portada central del Paseo del Prado ya se construyó en aquella primera etapa, pero la central de la calle Alcalá se levantó en una primera ampliación que se desarrolló en 1927. Allí se ubicaban, hasta esa fecha, las casas del conde de Santamarca, que fueron demolidas para poder llevar a cabo esta expansión del edificio del Banco de España.

Escudo republicano del Banco de España,
fachada a la calle de Alcalá. elpais.com
En esta ocasión, fueron arquitectos italianos los que realizaron la obra, pero siguiendo el proyecto del arquitecto español José Yarnoz Larrosa. Exteriormente, la fachada se prolongaría con las mismas características que la anterior para formar parte de un mismo conjunto, y las novedades de la época solo se introdujeron en el interior del edificio. Esta ampliación se finalizó ya durante la Segunda República, por lo que el escudo central que se sitúa sobre la fachada de la calle Alcalá no tiene la corona real, y lo que preside ese lateral es una corona mural con forma de castillo almenado, el que coronaba el escudo republicano.

En 1969, se amplió por segunda vez esta enorme construcción. En esta ocasión fue Javier Yarnoz Orcoyen, hijo del anterior arquitecto, quien recibió el encargo de cerrar el edificio por las calles de los Madrazo y Marqués de Cubas.

Tras esa segunda ampliación, en los años 70 ya solo faltaba una esquina del edificio por ser construida: la más cercana a la Gran Vía. Todavía quedaba un inmueble de viviendas junto al Banco de España en la intersección entre la calle de Alcalá y Marqués de Cubas, con lo que la seguridad del propio banco se podría ver comprometida por la construcción adyacente.

En 1950 el Banco ya había adquirido ese edificio, pero hubo que esperar hasta 1978 para comenzar a promover la edificación de esta última parte de la sede. El 25 de septiembre de aquel año, se convocó un concurso de ideas, en el que participaron previa invitación siete arquitectos.

Proyecto para la ampliación del Banco de España.
Corrales y Molezún, 1978. abc.es
Uno de estos arquitectos, Ramón Vázquez Molezún, había fundado en 1952 un estudio junto con José Antonio Corrales. Fue de ese estudio del que salió el proyecto que se puede contemplar a la izquierda y en la imagen inferior.

El estudio “Corrales y Molezún” propuso que, tras el cerramiento del Palacio del Banco de España, se construyera una nueva torre, más acorde con los nuevos tiempos, y que marcara claramente el contraste con el palacio anterior, mostrando al visitante que esta parte nada tenía arquitectónicamente con la ya construida, a pesar de formar parte de la misma institución.

Se trataría de una torre más elevada, que se asemejaba más a otros edificios españoles de la posguerra, y en nada al estilo de la parte original, primera y segunda ampliación del Banco de España. Una arquitectura moderna, que huía del clasicismo y de los modelos establecidos.

Proyecto para la ampliación del Banco de España.
Corrales y Molezún, 1978. elpais.com
Las obras de este estudio buscaban la geometría, la técnica, marcando un punto de ruptura con lo establecido previamente. Por ello, trabajos de Corrales y Molezún como el Edificio Bankunión del Paseo de la Castellana fueron tan polémicos y criticados en el momento, haciendo que sus dos creadores siempre lamentaran que sus construcciones no fueran entendidas.

Algo similar ocurrió con su proyecto de ampliación del Banco de España. Más de uno respiró aliviado cuando se nombró al ganador del concurso: Rafael Moneo Vallés. Este arquitecto es hoy conocido en nuestra ciudad por numerosas obras: la rehabilitación del Palacio de Villahermosa en Museo Thyssen-Bornemisza entre 1990 y 1992; la remodelación de la histórica estación de ferrocarril de  Atocha, la ampliación hacia Puerta de Atocha de 1992 y la nueva terminal de Atocha de 2010; la ampliación del Museo del Prado en 2007…

Proyecto inicial de Rafael Moneo en 1978
para la tercera ampliación del Banco de España. elpais.com
Lo que Moneo proponía para esta última ampliación del Banco de España era una continuación del edificio, para que, a simple vista, el edificio pareciera construido en el mismo momento que el original, y así tener una mayor homogeneidad en su fachada exterior.

Algunos inconvenientes, entre ellos la protección del edificio que había que demoler para la construcción de esta tercera y última ampliación, hicieron que las obras se retrasaran… ¡hasta 2003!

En 2003 comenzaron por fin las obras de esta última fase, las cuales finalizaron en 2006, coincidiendo con el 150 aniversario del Banco de España.

Mascarón neoclásico del
edificio original del
Banco de España. bde.es
Mascarón cubista de la
última ampliación del
Banco de España. bde.es
A pesar de seguir la idea original de Moneo de continuidad de las fachadas del Paseo del Prado y de la calle de Alcalá, el propio arquitecto introdujo algunos cambios, como el de los mascarones neoclásicos de la fachada por otros inspirados en el cubismo, mostrando así que en este siglo y medio, a pesar de respetar las trazas del siglo XIX, la arquitectura ha cambiado y evolucionado.

Hay que añadir que, en la actualidad, es bastante fácil advertir desde el exterior en qué lugar finaliza la segunda ampliación y comienza la tercera, porque el color del granito colocado en esta última etapa es mucho más claro. Esto se debe a que el corte de la piedra es más reciente, pero en unos pocos años no será posible distinguir una ampliación de otra, a no ser por elementos como los mascarones que comentamos.

Ampliación de 2006 del Banco de España. caballerocolon.com
4.736 metros cuadrados de edificio divididos en planta baja, tres sobre rasante y cuatro sótanos, son los que comprenden hoy este histórico Banco de España. Su patio, que hoy es biblioteca, su escalera de mármol de Carrara, su cámara acorazada… son algunos de los elementos más destacados del interior de este gigante, que tiene incluso un helipuerto, pero… ¿crees que se habría acertado más construyendo el proyecto de Corrales y Molezún, marcando así la diferencia con el siglo anterior? ¿O por el contrario, Moneo hizo lo correcto continuando el edificio original?

miércoles, 8 de abril de 2015

Pirámide a las víctimas del Dos de Mayo

Hace tan sólo unas pocas semanas hablábamos en este mismo blog del “Sueño arquitectónico para una exaltación nacional”, un monumento con una pirámide incluida que se quería construir en el lugar en que se ubicó posteriormente el Estadio de Vallehermoso. Sin embargo, no se trataba del primer proyecto para una pirámide que se pensó para Madrid.

Carlos IV y Fernando VII, ambos pintados por Goya
En 1807 se firma el Tratado de Fontainebleau, en el cual España permite a las tropas francesas de Napoleón el paso por territorio nacional para conquistar Portugal, que era a su vez aliado de Inglaterra. Pero Napoleón lo que buscaba en realidad era una conquista de la península.

En marzo de 1808 se produce el Motín de Aranjuez, tras el cual el rey Carlos IV se ve obligado a abdicar en su hijo, el que será Fernando VII. El nuevo rey no ve reconocido su poder por Napoleón, personaje clave del momento, con lo cual acaba viajando a Bayona para reunirse con él y que le reconozca como nuevo rey de España. Carlos IV, por su parte, también necesita de Napoleón, teóricamente del bando amigo, para ver restituido su poder arrebatado.

“La lucha con los mamelucos”, Goya
El 2 de mayo de 1808, cuando ya por toda la península la presencia francesa era muy fuerte, unos soldados galos se llevan del Palacio Real de Madrid al infante Francisco de Paula, último de los miembros de la corte española que se encontraba en la capital. Al grito de “¡Que nos los llevan!” una muchedumbre asalta el Palacio, comprendiendo que Francia estaba conquistando a España.

Toda la ciudad se levanta en armas y lucha mano a mano con las tropas francesas. La Puerta del Sol se convierte en un escenario sangriento donde los soldados mamelucos, a las órdenes del poder francés, cargan contra los madrileños que tratan a duras penas de pelear contra ellos, como recoge el gran pintor Francisco de Goya en su obra “El 2 de mayo de 1808 en Madrid”, también conocido como “La lucha con los mamelucos”.

La Plaza de la Villa, el Pretil de los Consejos, la Cava de San Miguel... todo Madrid se subleva contra los franceses, mientras los militares españoles, siguiendo órdenes, se mantienen acuartelados y sin intervenir. Sólo los soldados del Parque de Artillería de Monteleón se unen al levantamiento. Los capitanes Luis Daoiz y Torres y Pedro Velarde Santillán se convierten en héroes al morir luchando contra las tropas enviadas por Murat.

Otros personajes como el militar Jacinto Ruiz, la bordadora Manuela Malasaña, e incluso Clara del Rey son otros madrileños que pasaron a la historia de la ciudad como héroes del Dos de Mayo.

“Los fusilamientos”, Goya
Cuando la insurrección se apaciguó, la represión fue cruel: 32 personas fueron fusiladas en el Salón del Prado, y otras 11 en la Puerta de Alcalá, plaza de Cibeles, Paseo de Recoletos, y junto a la Iglesia del Buen Suceso.

El 3 de mayo otras 24 personas fueron fusiladas en la montaña del Príncipe Pío (escena que también inmortalizó Francisco de Goya en “El 3 de mayo en Madrid” o “Los fusilamientos”), y 12 más en los jardines del Palacio del Buen Retiro.

Cientos de personas murieron durante esos dos días, en lo que se considera el comienzo de la Guerra de Independencia Española. Y es que ese mismo 2 de mayo, en vista de todo lo acaecido, los alcaldes de la Villa de Móstoles Andrés Torrejón y Simón Hernández firmaron un bando en que se animaba a los españoles a luchar contra el ejército invasor, bando que consiguió que España no permitiera la anexión pacífica soñada por Napoleón.

El 5 de mayo se producen las abdicaciones de Bayona, por las cuales tanto Carlos IV como Fernando VII, retenidos en Bayona, son obligados a renunciar a su derecho al trono español, y Napoleón nombra a su hermano José Bonaparte rey de España como José I, reinado que dura hasta 1813. En 1814 finaliza la Guerra de la Independencia con la victoria de los españoles y el retorno de Fernando VII.

Pasado el tiempo, en 1821, se decide construir un monumento en la ciudad dedicado a las víctimas del Dos de Mayo.

Alzado principal de la pirámide a las víctimas del 2 de Mayo
www.catalogomuseo.flg.es
Isidro González Velázquez (1765-1840), arquitecto que había estudiado en la Academia de San Fernando, es uno de los personajes más relevantes para la historia de Madrid. No en vano, participó en proyectos de tal envergadura como el Real Canal del Manzanares, del que hablamos en un post pasado, o la Casa del Labrador de Aranjuez. 
Cabe destacar que fue discípulo de Juan de Villanueva.

Es a González Velázquez a quien se encarga la tarea de diseñar un monumento que sirva de homenaje a los muertos en las sublevaciones, y el lugar escogido para su ubicación es el que se denominó como Campo de la Lealtad, junto al Salón del Prado, donde habían sido fusilados algunos de los madrileños amotinados. 

Perfil de la pirámide a las víctimas del 2 de Mayo
www.catalogomuseo.flg.es
El arquitecto propone un edificio conmemorativo en forma de pirámide con una portada de acceso. La misma, flanqueada por dos columnas, estaría coronada por un conjunto escultórico.
También habría capillas en cada lateral de estilo neoclásico
El monumento en su totalidad estaría adornado con estatuas varias, situándose entre ellas unas réplicas de los cañones que se usaron en el Cuartel de Monteleón.
En los diferentes extremos de la pirámide, cuatro obeliscos cerrarían tan flamante conjunto.

El motivo no podía ser más adecuado, ya que se trataba de evocar un monumento funerario. Y es que en su interior se colocarían las cenizas de algunos de los madrileños caídos el 2 de mayo. Por tanto, nada mejor que una pirámide que, a modo de sepulcro, acogiera los restos de estos héroes madrileños.

Monumento a los Caídos por España
Finalmente el arquitecto no presentó éste, sino otro proyecto en el que desaparece la pirámide, y el protagonismo se lo da a un obelisco, que se dividiría en tres cuerpos, presidiendo el inferior unas urnas sepulcrales, en las cuales se guardarían las cenizas anteriormente mencionadas, entre las que se encuentran las de Daoiz y Velarde.

El 2 de mayo de 1840 se inauguró finalmente este obelisco, que hoy en día se puede contemplar junto al Paseo del Prado, en la plaza de la Lealtad.

En 1985, el rey Juan Carlos I reinauguró el monumento tras una restauración, en la cual se pasa a denominar “Monumento a los Caídos por España”, convirtiéndose así en una tumba al soldado desconocido. Además, se incorporó una llama de gas que no se apaga nunca, recordando que estas almas siempre están presentes en el espíritu de la ciudad.

¿Conocías el proyecto de la pirámide? ¿Te resulta más atractivo que el obelisco construido finalmente?

*Fuente: "Catálogo de dibujos y proyectos de Isidro Velázquez". Isidro Velázquez 1765 - 1840. Arquitecto del Madrid Fernandino. Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 2009.