miércoles, 20 de mayo de 2015

Mercados de Las Tablas y Sanchinarro

Promesas, promesas, promesas...

Los barrios de Las Tablas (distrito de Fuencarral-El Pardo) y Sanchinarro (Hortaleza), son dos de los más recientes de la ciudad de Madrid. De hecho, fue en 1997 cuando se elaboró el Plan General de Ordenación Urbana que daría lugar a ambos barrios, levantados ya a comienzos del siglo XXI. Por este motivo son también de los más modernos de la urbe.

Aunque son barrios completamente integrados en la ciudad, aún hay algún edificio simbólico que ha sido muy recientemente finalizado, como el complejo BBVA de Las Tablas, conocido como “La Vela”.

Para dotar de servicios básicos a estos dos lugares, se planeó la creación de dos mercados municipales, que aunarían la oferta de comercio local en dos modernas infraestructuras.

Proyecto para el Mercado de Las Tablas
Fue en 2006 cuando el consistorio madrileño prometió la construcción del mercado de Sanchinarro y en 2008 el de Las Tablas, vitales para el comercio de los barrios.

Por una parte, el de Las Tablas, que se situaría en la rotonda de la avenida Camino de Santiago, contaría con 7.000 metros cuadrados, 17 puestos de alimentación, 9 locales de servicios, un supermercado, un restaurante con terraza y 100 plazas de garaje.

Por otra parte, el de Sanchinarro se convertiría en uno de los más grandes de todo Madrid: 26.000 metros cuadrados divididos en seis pisos, 52 locales de alimentación, un supermercado, dos restaurantes, un gimnasio y un aparcamiento para 400 vehículos.

Se convocó para este mercado un Concurso Internacional de Ideas, que ganó en 2008 el proyecto presentado por “Mute Arquitectura” bajo el nombre de “Metamorfosis”. En este espacio se trataría de mostrar una crisálida arquitectónica, un edificio que simulara el paso trascendental de gusano a mariposa. Sería una “caja” que se relacionara fácilmente con el entorno y el peatón.

Proyecto para el Mercado de Sanchinarro
En 2010 el Ayuntamiento afirmó que el elevado coste de la creación de estos espacios hacía imposible su construcción.

Sorprendentemente, tan sólo un año después, en 2011 y ante las nuevas elecciones municipales, misma promesa e idéntico resultado: el Partido Popular se volvió a hacer con el poder tras incluir en su programa electoral la construcción de estos dos nuevos mercados, además de nuevos espacios públicos en la misma zona: dos polideportivos (Las Tablas y Montecarmelo), mejora de dos campos de fútbol (Las Tablas y Tres Olivos), un nuevo campo de fútbol cubierto (Montecarmelo) y un gran eje para bicicletas que uniera los barrios con el Anillo Verde Ciclista. Ninguna de estas promesas fue llevada a cabo.

Fue entre 2011 y 2012 cuando se promovió la creación de los mercados de Las Tablas y Sanchinarro con más vehemencia: en 2012 se presentó el Plan Estratégico de Modernización de la Red de Mercados 2012-2015. En este plan se anunciaba la actuación en una docena de mercados de la capital. Según cita textual, se trataba de incrementar “la calidad de la oferta y de los servicios que ofrecen los mercados municipales”.
Proyecto para el Mercado de Sanchinarro. Interior

Sin embargo, en mayo de 2015 y con el plazo ya cumplido, sólo se ha intervenido en cuatro de estos mercados, olvidando la remodelación de los de La Cebada (distrito Centro, y del que hablaremos en otro artículo de nuestro blog próximamente), Mostenses (Centro), Orcasur (Usera), Villaverde Alto, Prosperidad (Chamartín), Bami (Ciudad Lineal), y tampoco se ha comenzado la construcción de los que nos ocupa el post de hoy, Las Tablas y Sanchinarro.

El más modesto de ellos habría costado 7,6 millones de euros, y el otro 25,9 millones.

Habrá que esperar a nuevos tiempos para poder ver la construcción y adecuación de estos lugares, tan relevantes para el pequeño comercio, y tan en peligro de desaparición en estos años en que los nuevos centros comerciales aparecen por doquier.

viernes, 15 de mayo de 2015

El Madrid que SÍ fue IV. El Hipódromo de la Castellana

El fútbol es hoy en día el deporte nacional por excelencia. Parece que en ocasiones incluso se olvida que existen muchos más deportes que el balompié, pero esto es algo relativamente reciente. Hace poco hablamos en este blog de la época de máximo auge de la pelota vasca, y hoy le toca el turno a las carreras de caballos.

El Madrid de finales del XIX y principios del XX se daba
cita en el Hipódromo de la Castellana. Al fondo se aprecia
el antiguo Palacio de la Industria y de las Artes,
actual Museo Nacional de Ciencias Naturales
La historia que hoy traemos comienza con una de las bodas reales más populares de España: la acaecida entre Alfonso XII y María de las Mercedes el 31 de enero de 1878.

Tenemos que tratar de evocar un Madrid aristocrático, elegante, que acaba de presenciar la Restauración borbónica en 1874 con la figura de Alfonso XII tras la I República Española.

En ese momento, las carreras de caballos no sólo eran un deporte. Eran un acontecimiento para “ver y ser visto”, es decir, para relacionarse con la sociedad de la época, para lucir las mejores galas, comentar todo lo que ocurría en la metrópoli... en definitiva, el espectáculo de moda.

Es con motivo de los esponsales del monarca que se inaugura el Hipódromo de la Castellana, en los Altos de la Castellana, el mismo lugar que hoy ocupa el edificio de los Nuevos Ministerios, espacio situado a finales del siglo XIX a las afueras de esa gran ciudad que es Madrid.

El ingeniero Francisco Boguerín fue el encargado de llevar a cabo tan ambicioso proyecto, ideado por el ministro de Fomento, el conde de Toreno.

Hipódromo de la Castellana desde el aire
El día de su inauguración, 60.000 personas acudieron a ver las carreras, y ya en previsión del éxito de este nuevo espacio, se había prolongado la línea de tranvía que pasaba por el Paseo de la Castellana, comenzando así en el Parque de la Bombilla y recorriendo medio Madrid para finalizar en el nuevo hipódromo. De hecho, en los días de carreras, se estableció un servicio de tranvías cada 5 minutos.

Las cifras del recinto eran 1.407 metros de recorrido, con dos rectas de 450 metros cada una, que hacían las delicias de aficionados y curiosos.

No fue el primer hipódromo de la capital. Anteriormente habían existido otros varios improvisados, como el del Parador de la Luna o el del Ventorrillo de la Sorda, y otros más estables como el utilizado para uso privado por los reyes en el Parque del Retiro, el de la Casa de Campo, construido en 1842, o el Hipódromo del Paseo del Huevo, junto a la Puerta de Santa Bárbara (actual calle Almagro, junto a Alonso Martínez), en 1846, y que cerró sus puertas en 1848.

Sin embargo, éste de los Altos de la Castellana sí logró asentarse y alcanzar gran fama entre los lugares más frecuentados de la urbe.

Su gran tamaño hacía que se dividiera en partes, e incluso el público en estatus de la sociedad.
Por una parte estaban las tribunas laterales, gradas con cinco filas de asientos y un pasillo en el que había puestos con comida y bebida.

Tribuna central del Hipódromo de la Castellana

Por otra parte, tras esas tribunas, el denominado “tendido de los sastres”, pequeñas gradas situadas en los cerros que rodeaban el hipódromo, que se atestaban de aficionados porque no era necesario pagar por situarse allí.

Y en el lugar más importante y más cercano a las carreras, en un recinto aislado, se situaba la tribuna central, con vestíbulos, comedor y tocador, destinado a la familia real, aristocracia y alta burguesía.



En 1907 se comenzó a celebrar allí el Concurso de Saltos de Obstáculos Internacional de Madrid.

Demostración aérea en 1911 con final trágico
Es tan importante este espacio para comprender la historia de Madrid de finales del XIX y principios del XX, que hay que recordar que en un momento determinado empezó a albergar otros eventos de diversa índole: partidos de polo, una demostración aérea en 1911 (en la que una mujer murió al estrellarse una avioneta contra el gentío), e incluso la primera Copa del Rey de fútbol en 1903, organizada por Carlos Padrós, que un año antes había fundado el Real Madrid Club de Fútbol (hasta las fiestas de San Isidro de 1924 no se inauguró el vecino Estadio de Chamartín, hoy Santiago Bernabéu).

En 1933, Madrid ha crecido vertiginosamente, y el hipódromo ya no se sitúa a las afueras, como en el momento de su construcción. La ciudad sigue creciendo y ya tiene más de 1 millón de habitantes, con lo que se elaboran nuevos planes para la capital.

El ministro de Obras Públicas de la II República, Indalecio Prieto, es quien decide la construcción de un nuevo edificio que agrupará todos los ministerios repartidos por la ciudad: el edificio de los Nuevos Ministerios.

Carrera de caballos en la Castellana, con tribuna central al fondo
Este nuevo icono se situará en el lugar que se encontraba el Hipódromo de la Castellana, con lo que en 1933 se derriba para dar paso a la nueva construcción, proyectada por el arquitecto Secundino Zuazo.

En 1941 se inaugura el nuevo hipódromo de Madrid, el Hipódromo de la Zarzuela, en las inmediaciones de El Pardo, cuyas tribunas están declaradas actualmente Monumento Histórico Artístico, y que a pesar de unos años de cierre, hoy en día continúa ofreciendo carreras de caballos a los aficionados de este deporte.

¿Crees que hubiera sido positivo para Madrid no derribar el antiguo Hipódromo de la Castellana, o sería inviable su existencia en los tiempos que corren?

miércoles, 6 de mayo de 2015

Línea 14 de Metro

Metro de Madrid es toda una institución en nuestra ciudad. Desde 1919, cuando fue inaugurada por el monarca Alfonso XIII, no ha dejado de crecer, especialmente en los últimos años.
324 kilómetros de vías, 326 estaciones y 13 líneas de metro (incluyendo el ramal Ópera-Príncipe Pío) además de otras 3 de metro ligero son sus cifras. Pero... ¿sabías que se llegó a proyectar la línea 14 de metro?

Recorrido de la proyectada
línea 14 de Metro
Tras la apertura de Metrosur en 2003, que conectaba la red metropolitana con las ciudades de Alcorcón, Móstoles, Leganés, Getafe y Fuenlabrada, se elaboró el Plan 2003-2007, que pretendía la incorporación de nuevos municipios: Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, San Fernando de Henares, Coslada, Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte.

Esta ampliación se llevó a cabo, y actualmente todos estos lugares cuentan con acceso a la red suburbana, estando comunicados con la capital.

Sin embargo, en la inauguración de algunas de ellas ocurrió algo extraño: varias estaciones que estaban siendo abiertas por primera vez en el norte de la línea 10 de metro, aparecían en los nuevos carteles informativos como nuevas estaciones de la inexistente línea 14, con un color azul aguamarina.

Ya antes se había especulado con la posibilidad de desdoblar la línea 10 de metro en el norte, creando las 10a y 10b.
Sin embargo, con este desliz, quedaba más que patente que la creación de la línea 14 estaba proyectada.

Pronto se modificaron los carteles (actualmente todas esas estaciones son parte de la 10). Sin embargo, el plan salió a la luz.

Se trataba de “quitarle” estaciones a la línea 10 a partir de Chamartín hacia el norte. Es allí donde comenzaría la nueva línea 14, pasando por Begoña, Fuencarral, Tres Olivos, Montecarmelo, una nueva parada llamada “Puerta del Norte”, Las Tablas, Ronda de la Comunicación, La Granja, La Moraleja, Marqués de la Valdavia, Manuel de Falla, Baunatal, Reyes Católicos y Hospital Infanta Sofía, es decir, casi exactamente un tramo completo de la actual línea 10.

Ésta, por su parte, continuaría su recorrido desde Chamartín hasta la proyectada “Operación Chamartín”, teniendo allí una parada, para finalizar en Puerta del Norte, con  conexión de nuevo con la 14.

A la izquierda, MetroNorte en la actualidad, mayo de 2015.
A la derecha, proyecto de Metronorte de haberse llevado  a cabo la creación de la línea 14

El número de la línea fue muy comentado en varios foros. Y es que, aunque bien es cierto que contando el Ramal Ópera-Príncipe Pío son 13 las existentes en la red madrileña, nunca se ha denominado a la misma como “línea 13”. Con lo que es más que probable que se saltara al número 14 simplemente por motivos de superstición.

Como decimos, tanto el número como el color fueron mostrados por error, pero aún hoy es posible adivinar la preparación de esta ampliación, puesto que al remodelar la parada de metro de Chamartín se crearon dos nuevos andenes, hoy aún sin uso, pero completamente equipados y con modernos accesos.

La mayor ventaja sería que tanto los vecinos de Alcobendas como los de San Sebastián de los Reyes podrían llegar a Chamartín sin necesidad de hacer trasbordo. Actualmente la línea 10, a pesar de cubrir estos municipios, requiere de un cambio de tren en Las Tablas para continuar con el recorrido.

Sea como fuere, el tiempo pasó y el proyecto no se llevó a cabo, presumiblemente por motivos económicos.
La línea 10 Puerta del Sur-Puerta del Norte y la 14 Chamartín-Hospital Infanta Sofía tendrán que esperar otros tiempos para ver su trayecto completado, aunque es más que probable que nunca se llegue a efectuar como estaba planeado... ¿o sí?

sábado, 2 de mayo de 2015

El Madrid que SÍ fue III. El frontón Beti-Jai

Hoy, 2 de mayo, se celebra el Día de la Comunidad de Madrid.

Y como lo prometido es deuda, por ser un día señalado en rojo en el calendario festivo madrileño, hoy traemos el tercer artículo de “El Madrid que SÍ fue”.

En esta ocasión viajamos en el tiempo hasta el siglo XIX. A finales de este siglo estaba en su máximo apogeo el deporte de la pelota vasca en Madrid. Es por lo que se construyeron en nuestra ciudad tres frontones: Jai Alai, Fiesta Alegre y Euskal Jai.

Frontón Beti-Jai. Cancha y gradas
El cuarto (posteriormente se crearon algunos más) se empezó a construir en 1893 con un presupuesto de 500.000 pesetas (poco más de 3.000 euros). El arquitecto Joaquín Rucoba (1844-1919), autor de obras como la Malagueta (la Plaza de Toros de Málaga) o el Ayuntamiento de Bilbao, fue el elegido para llevar a cabo esta tarea.

Se trataría de un frontón situado en uno de los barrios acomodados de Madrid, el de Chamberí, concretamente en el número 7 de la calle Marqués de Riscal, en un lugar no muy lejano a la actual estación de metro de Rubén Darío.

Fue inaugurado en la primavera de 1894 con el nombre de frontón Beti-Jai, que viene del euskera y quiere decir “Siempre fiesta”. Y es que era un templo a la fiesta del deporte en nuestra ciudad, antes de que el fútbol anulara casi por completo cualquier otro tipo de actividad física.

Imagen del frontón Beti-Jai en el año 1900.
A la izquierda se puede apreciar la fachada interior neomudéjar
La arquitectura del hierro, el neomudéjar del interior y el eclecticismo de la fachada principal fueron las señas de identidad de este frontón, el cual tenía una capacidad de 4.000 personas en su graderío.
No en vano, se encuentra en una parcela de 3.600 m2, y la superficie construida alcanza los 10.800 m2.

El graderío rodeaba una cancha de 67 metros de largo, formando un conjunto de planta semi-elíptica.

En 1919 se disputó el último partido del que se tiene constancia. Desde ese momento, el que había sido la meca de la pelota vasca en Madrid, pasó por muy diferentes etapas: fue comisaría durante la Guerra Civil, lugar de ensayo de bandas de música en los primeros años de la dictadura, taller de reparaciones de Citroën... 
Se dice que incluso fue usado como fábrica de aceitunas, almacén de cerveza, filmoteca, y viviendas dispuestas alrededor de la cancha en forma de corrala.
Pelota vasca en 1918 en el frontón Beti-Jai

En 1977 y 1991, el edificio optó a ser catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). Desafortunadamente no lo consiguió en ese momento.

Por último, en los años 90 del siglo XX, el malogrado frontón fue abandonado.

En 2006, el edificio se incluyó en la Lista roja de patrimonio en peligro por su avanzado estado de abandono. Vecinos, deportistas como el pelotari Fernando Larumbe y arquitectos se unieron para tratar de salvar este histórico edificio.

En 2011 fue por fin declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Además, se encuentra protegido dentro del Conjunto Histórico de la Villa de Madrid.

Frontón Beti-Jai en la actualidad. agenciasinc.es
El arquitecto Antonio Lopera asegura que si este frontón estuviera en otra parte del mundo, sería lugar de peregrinación.
Y es que, a pesar del estado de abandono, aún se conserva toda la estructura original, las cuatro plantas del graderío, las escaleras de madera, las columnas y vigas de hierro forjado (algunas curvadas para dar inclinación a las gradas), los balcones con barandillas, e incluso restos de los frescos primitivos.

Se llegó a hablar con la UNESCO en relación a la posibilidad de declararlo Patrimonio de la Humanidad, lo cual no se descartó, siempre y cuando sea restaurado y recupere su uso original, la pelota.

Fachada neomudéjar del interior del frontón
en la actualidad
En los últimos años se convirtió en edificio okupado, y por otra parte, sus propietarios trataron de convertirlo en hotel. Esto no fue posible, ya que al ser BIC, la Ley de patrimonio lo protege ante posibles especuladores.

Hace tan sólo unos días, a finales de abril de 2015, este singular edificio ha pasado a ser propiedad del Ayuntamiento de Madrid por siete millones de euros. Ante unas inminentes elecciones municipales, es el nuevo equipo de gobierno municipal el que tendrá que decidir qué uso darle a este lugar.

“La Capilla Sixtina de la pelota”, “un exponente único de la arquitectura del hierro y, al mismo tiempo, de la edificación neomudéjar”, “el último frontón del siglo XIX de estas características sin ser reconstruido ni remodelado” son algunas de las alabanzas que ha recibido este frontón.

Incluso existe una plataforma ciudadana, “Salvemos el frontón Beti-Jai de Madrid”, que según su web “lucha por la conservación, rehabilitación y restauración del frontón”.

Esperemos que en un futuro no muy lejano podamos ver por fin recuperado este gran exponente del patrimonio de nuestra ciudad.