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miércoles, 22 de abril de 2015

Proyectos para la cruz del Valle de los Caídos

Hoy comenzamos el post trasladándonos a 1941. Hace tan sólo dos años que ha finalizado la Guerra Civil española (1936-1939) y el país pasa por uno de sus peores momentos.

1. Proyecto de Francisco de Asís Cabrero
En 1940 comienzan las obras de construcción de la basílica del Valle de los Caídos en Cuelgamuros, al noroeste de Madrid, en la Sierra de Guadarrama. 
Dicha basílica, situada en un túnel bajo una montaña, está diseñada por el arquitecto Pedro Muguruza.

Sobre ella se decide construir una gran cruz que se convierta en un monumento de exaltación nacional, al igual que pretendía el “Sueño arquitectónico” de Luis Moya Blanco, del cual hablamos hace unas semanas.

Por este motivo, ya iniciadas las obras de la basílica, se convoca entre 1941 y 1942 un Concurso Nacional de anteproyectos, para el que harán de jurado arquitectos como Pascual Bravo, Luis Gutiérrez Soto o Francisco Iñiguez, y estará presidido por el Ministerio de la Gobernación, Blas Pérez González.

Se trataba del primer gran concurso de arquitectura convocado tras la Guerra Civil, por lo que causó mucha expectación.


2. Proyecto de Luis Moya, Enrique Huidobro y Manuel Thomas
Al mismo se presentaron 21 proyectos de arquitectos reputados en el país. 
Francisco de Asís Cabrero, que más tarde construiría edificios como la Casa Sindical de Madrid (actual Ministerio de Sanidad) o la Escuela Nacional de Hostelería, en la Casa de Campo, presentó también un proyecto (imagen 1), aunque no fue aceptado por no haber obtenido aún el título de arquitecto. De hecho lo consiguió en 1942, tras haber tenido que detener sus estudios durante la guerra.

Sin embargo, el de Asís Cabrero es uno de los diseños más arriesgados. Y es que lo presentó tras un viaje a Italia, con lo cual se ve influenciado por la arquitectura racionalista del país mediterráneo. Su apuesta por una cruz cubierta por niveles de arcadas es rechazada y no se admite a concurso.

A principios de 1943 se produce el fallo del jurado, y el primer premio se otorga a Luis Moya (que ya había diseñado el Sueño arquitectónico para una exaltación nacional), Enrique Huidobro y Manuel Thomas gracias a una cruz con aspecto de relicario, protegida por dos cruces más pequeñas, una a cada lado de la principal (imagen 2).

3. Primer proyecto de Pedro Muguruza
para el Valle de los Caídos
Se decide que aunque el proyecto de Luis Moya fuera el ganador, no sería el que se construiría. Y es que ninguno de los 21 se consideró adecuado, con lo que se encarga a Pedro Muguruza el diseño de la cruz monumental.

Pedro Muguruza, el arquitecto que había diseñado la basílica del Valle, ya era bien conocido en el país. Además de ser Director General de Arquitectura, había sido el encargado de diseñar el monumento a Miguel de Cervantes en la madrileña Plaza de España, el monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles (Getafe), y otras obras del centro de la capital, como el edificio Coliseum o el Palacio de la Prensa.

El arquitecto presenta varios diseños para la Cruz, que no parecía encontrar su aspecto definitivo. Varios de ellos son rechazados, e incluso Franciso Franco llega a crear un boceto con la imagen de la cruz para mostrar cómo deseaba que fuera el monumento (imagen 4).
4. (izquierda). Boceto de Francisco Franco
5. (derecha). Proyecto de Pedro Muguruza
Fuente: ABC

Tras ese boceto, Muguruza crea un nuevo diseño (imagen 5) que comienza a construir, pero en 1949 cae enfermo y tiene que abandonar todas sus ocupaciones, con lo cual la obra vuelve a quedar en el aire.

Se convoca otro concurso que gana Diego Méndez, alumno de Muguruza, y crea un nuevo diseño, que será el definitivo y el que hoy conocemos.
Méndez, el segundo arquitecto director de la obra, realiza también algunas modificaciones en el túnel de la basílica, así como en la abadía de la Orden de San Benito.

Las obras finalizan en 1958 con la inauguración de la basílica y la cruz más grandes de la cristiandad (260 metros de longitud y 150 metros de altura, respectivamente). 
Finalmente, la cruz, construida en granito, se levanta sobre las estatuas de los cuatro evangelistas y sus cuatro tetramorfos, en un conjunto al que se puede acceder en funicular y situado sobre la abadía benedictina, pero esto ya forma parte del Madrid que sí fue.

6. Aspecto actual del Valle de los Caídos
Años después de su finalización, Diego Méndez fue nombrado Consejero de Arquitectura de Patrimonio Nacional y dirigió la reconstrucción de varios de los monumentos de la institución, como el Palacio de la Moncloa, el de la Zarzuela, el Palacio Real de Aranjuez, el Monasterio de El Escorial o el Monasterio de las Descalzas.


Tratando de evitar todo debate político acerca de la construcción de este monumento y centrándonos exclusivamente en su diseño arquitectónico...
                    ¿crees que el construido fue acertado, o había proyectos mejores?

miércoles, 11 de febrero de 2015

Sueño arquitectónico para una exaltación nacional

Luis Moya Blanco (1904-1990) fue un arquitecto que construyó, a mediados del siglo XX, edificios tales como el Museo de América de Madrid o la Universidad Laboral de Gijón. Tal llegó a ser su importancia que fue maestro de arquitectos de la talla de Miguel Fisac (autor de la Pagoda que comentamos hace unas semanas en este mismo blog), y Fernando Higueras (artífice de la sede del Instituto de Patrimonio Histórico Español, en la Ciudad Universitaria).

En plena Guerra Civil (1936-1939), Luis Moya decide idear por su cuenta un conjunto al que denomina “Sueño arquitectónico para una exaltación nacional”. Se trata de un proyecto que sorprende en muchos aspectos.

Lo que el arquitecto planea es un conjunto que sirva para la divulgación de la arquitectura clásica contemporánea. Para ello intenta no seguir las corrientes que llegan desde Francia, ya que está más influenciado por la ideología que se propaga en esos momentos por Italia.

El proyecto consiste en el desarrollo de tres ideas:

En primer lugar, se trata de la exaltación nacional que el propio nombre indica. Esto se ve reflejado en un Arco del Triunfo que será el que dé acceso a todo el conjunto arquitectónico.

2. Arco triunfal visto por la otra cara
1. Arco triunfal. Monumento a la Bandera


















El arco, al igual que ocurre con la Puerta de Alcalá, tendrá dos caras diferentes. Una de ellas está llamada a ser un monumento a la Bandera. En el centro de la misma se encontraría la escultura de Santiago Apóstol, representado como Santiago Matamoros, y reivindicando así su condición de patrón de España.

La otra, en cambio, habla del resurgimiento del país representado en dos hombres plantado un árbol.


Se trata de un arco triunfal muy diferente a los ya conocidos, por ejemplo, el de París. Es mucho menos formal, y recuerda más a un arco festivo que a uno victorioso, elevándose para evocar ese resurgimiento ya mencionado.

En segundo lugar, el conjunto sirve de exaltación fúnebre para honrar a los caídos, idea que posiblemente sea el germen del posterior Valle de los Caídos.

La relación con los muertos se daría en todo el espacio que ocuparía esta obra, puesto que la misma se ubicaría en el antiguo cementerio de San Martín. Se trata de un lugar elevado en la capital, y el monumento central se podría ver desde cualquier punto de la ciudad. En estos terrenos es donde posteriormente se construyó el estadio de Vallehermoso, del que hablamos en el anterior post.

Pero la exaltación fúnebre se daría, especialmente, en el monumento central del conjunto: una pirámide, considerada por Luis Moya un elemento característico de la arquitectura española.

3. Vista exterior de la pirámide
4. Pirámide desde el extremo opuesto

















Y es que las pirámides están presentes en los pináculos de la obra cumbre de la historia del país, el monasterio de San Lorenzo de el Escorial, obra a la que recurre el franquismo en numerosas ocasiones. Un buen ejemplo es el Ministerio del Aire en Moncloa. 

5. Sepulcro al "Héroe Único" en la
parte inferior de la pirámide
El Escorial ha sido siempre un modelo recurrente por tratarse del símbolo de la época más gloriosa del Imperio Español: el reinado de Felipe II.

La pirámide sería un monumento en el que se alojarían diversas estatuas de los caídos en la Guerra, y un sepulcro al “Héroe único” (imagen 5), que posiblemente reservara el arquitecto para José Antonio Primo de Rivera.

Una planta más arriba, sobre este sepulcro, se erigiría un colosal monumento, una gran tela portada por ángeles que, a modo de llama de fuego que se eleva, representaría el paño de la Pasión de Cristo (imagen 6), donde se incluirían elementos tales como la columna, la lanza, el lienzo de la Verónica, y en lo alto la cruz.


6. Monumento del paño de la Pasión de Cristo
en el interior de la pirámide, sobre el sepulcro

En tercer lugar, se pretende resaltar la importancia militar. Y es que el conjunto consistiría en la pirámide central, a la que se accede por un paseo triunfal donde se situaría el Arco, pero todo ello rodeado por plazas, cipreses (que serían los que habrían dado sombra a las tumbas del antiguo cementerio), y edificios militares y administrativos, que harían que la obra no sólo tuviera una vocación monumental, sino también funcional.

Una auténtica ciudad funeraria que, a pesar de todo, fue irrealizable. En 1940, el autor del proyecto intentó presentarlo, aún sin muchas esperanzas, para su posterior construcción, pero no fue posible la misma.

Dejando a un lado las connotaciones políticas... 
¿te hubiera gustado que una pirámide destacara en el skyline madrileño?