miércoles, 11 de mayo de 2016

Centro de Creación de las Artes de Alcorcón (CREAA)

Son muchos los proyectos faraónicos inacabados en la capital de los que hemos hablado en este “El Madrid que no fue”. Sin embargo, otros municipios no se alejan tanto de esta megalomanía tan propia de principios del siglo XXI. El Centro de Creación de las Artes de Alcorcón (CREAA) es uno de estos ejemplos.

Nuestro relato parte de los comienzos del siglo XX, cuando la marquesa de Valderas, Isabel Arróspide y Álvarez, se casó con el capitán del regimiento de Artillería llamado José Sanchiz de Quesada. El mismo, destinado a la zona militar de Cuatro Vientos y Campamento, decidió construir un palacete de estilo sajón en las cercanías, concretamente en las proximidades del casco histórico del municipio de Alcorcón.

Castillo de los marqueses de Valderas, y oratorio de San José
El complejo palaciego constaba de un castillo principal, en el que vivía la familia nobiliaria, un segundo edificio para servidumbre y caballerizas, y un tercero que se utilizaba como oratorio dedicado a San José situado en la parte trasera del edificio residencial. Es este último monumento el que da nombre al actual barrio alcorconero de San José de Valderas.

Parece ser que el palacio, construido por el arquitecto Luis Sainz de los Terreros, fue escenario de fiestas a las que acudieron personajes de la talla del rey Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia de Battenberg, el dictador Primo de Rivera, o el infante don Carlos, abuelo materno de Juan Carlos I.

Estas celebraciones repercutían en la economía del municipio, ya que el marqués decidió financiar la instalación eléctrica de Alcorcón y ceder terrenos para llevar el agua potable a la localidad, hasta que en 1936 estalló la Guerra Civil y la familia tuvo que abandonar la zona.

Fue entonces cuando el edificio principal del conjunto se convirtió en el cuartel general de primera línea franquista, dirigiendo desde allí una emisora de radio el hijo del médico Gregorio Marañón.

Los años pasaron y el complejo quedó abandonado. Almacén de materiales, colegio religioso… muchos fueron los usos de este único espacio, que llegó a ser plató de películas como “La saga de los Drácula”, de 1973, del género de terror, así como popular lugar de avistamiento ovni.

Castillos de Valderas en la actualidad
En los años 90, el Ayuntamiento decidió recuperar dos de los castillos, el principal y el oratorio, ya que el tercero había desaparecido.
Se restauraron por completo, y hoy en día se puede disfrutar en el primero del Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón, y en el segundo, de un centro cultural con diversas actividades, como cursos y talleres de alfarería, arte ligado a la tradición de la población.

Estos dos bellos monumentos están rodeados por un gran parque que sirve de pulmón verde del norteste del municipio.
Y es precisamente este parque el que cobra importancia en el artículo que traemos hoy de este “Madrid que no fue”, ya que este espacio verde fue el elegido a principios del siglo XXI para ubicar el que estaba llamado a ser uno de los centros artísticos más importantes de toda la Comunidad.

Proyecto del CREAA. Diario "El País"
El gobierno local de aquel momento trató de convertir a Alcorcón en una ciudad imprescindible para la cultura con la construcción del Centro de Creación de las Artes de Alcorcón (CREAA), un espacio cultural que acogería espectáculos y eventos de diversa índole.
Se trataba de una “idea innovadora ejemplarizante”, según se decía en el propio proyecto, y su intención era la de “situar al municipio de Alcorcón como un referente en creatividad en la Comunidad de Madrid, en el resto del Estado y con vocación de  proyección internacional, mediante la puesta en marcha de un Centro de Creación de las Artes, que integrado dentro de la dimensión social del fenómeno cultural urbano, contribuya al desarrollo de la ciudad explotando el potencial  económico de las industrias culturales, su capacidad para crear riqueza y empleo, así como la formación de especialistas orientados al sector cultural”.

Proyecto de auditorio del CREAA,
con capacidad para 1.424 espectadores.
creaalcorcon.com
Se convocó un concurso de ideas en 2005, y las obras del CREAA comenzaron en 2007. Se trataría de nueve edificios, en los que se encontraría un auditorio con capacidad para 1.424 espectadores, un circo estable con 600 localidades, y una sala configurable que, con un aforo de 460 butacas, estaría ideada para el teatro, la danza y la música.

También habría talleres de producción para artes plásticas y audiovisuales, espacios para la investigación, creación y divulgación artística, y aquí se ubicaría el Centro de Tecnología del Espectáculo (CTE) que, dependiente del Ministerio de Cultura, se convertiría en el centro de referencia nacional para la formación de profesionales técnicos del espectáculo en las áreas de caracterización, iluminación, maquinaria escénica, construcción de decorados, producción y gestión, sonido y vestuario.
Palacio de Congresos, muelles, tiendas, cafeterías y restaurantes, conservatorio de música, aparcamientos… todo parecía posible en el CREAA.

Proyecto de circo estable del CREAA,
con capacidad para 600 espectadores.
creaalcorcon.com
Tres de las plantas estarían soterradas, y el proyecto presumía de algunas sugestivas características: el circo dispondría de cuadras de animales, escuela de circo, sala de entrenamiento para los acróbatas y una zona de orquesta, y su techo estaría diseñado para poder colgar a los elefantes. Todo el complejo tendría una fachada de vidrio con una celosía de aluminio. Y por si todo esto fuera poco, desde las terrazas ajardinadas de las azoteas de los edificios, se podría contemplar el skyline madrileño, así como la sierra de Guadarrama.

Un atractivo y ambicioso proyecto que no estuvo exento de polémica, y es que para su ejecución, se talaron 300 árboles del parque de los Castillos, y además se derribó una biblioteca municipal.

Para la construcción de estos 66.000 metros cuadrados, se invirtieron 150 millones de euros, una cifra astronómica para una ciudad que, en aquel momento, ya sobrepasaba los 160.000 habitantes.
Obras del CREAA en ejecución.
creaalcorcon.com
Las obras del “Guggenheim” de Alcorcón fueron paralizadas en 2012. Según el nuevo gobierno local, aún faltaban 40 millones por invertirse en este proyecto, dinero del que no disponía el municipio.

El complejo no pudo ser inaugurado, puesto que se construyó en conjunto, y no edificio a edificio, con lo que ninguno de los nueve fueron finalizados, y desde entonces está abandonado, en las proximidades de los ya mencionados castillos de Valderas.

Son numerosos los usos que se le han intentado dar a este proyecto inacabado, pero parece que todo se antoja más que difícil, y más teniendo en cuenta que solo está finalizado al 70%.

Obras paralizadas del CREAA en la actualidad.
globedia.com
Este año los castillos se postulan como el monumento de la Comunidad de Madrid a reivindicar: en 2017 se celebrará el centenario de estos singulares edificios, y el 1 de mayo de 2016 ya comenzaron los eventos para homenajear este complejo palaciego. Entre las actividades programadas se incluye su propuesta de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Conjunto Histórico, de acuerdo con las leyes de Patrimonio Histórico Español y del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.

La localidad alfarera celebrará, por tanto, hasta 2017 los actos de centenario de unos castillos sitiados por unas obras que no finalizarán a corto plazo, y que ya forman parte de este “Madrid que no fue”.

martes, 10 de mayo de 2016

Media VI. Encuesta: ¿Quién merece una calle en Madrid?

En este post especial, te lanzamos una pregunta: ¿Quiénes crees que merecen una calle en Madrid?

Desde esta mañana, algunos blogs de la heterogénea “Castizosfera”, lanzamos una encuesta en la que se puede votar qué personaje de nuestra historia consideras que es más merecedor de una calle en nuestra ciudad, con el fin de transmitir los resultados obtenidos al Ayuntamiento de Madrid.

Los personajes propuestos son Antonio Mancelli (creador del primer plano de Madrid), Ernest Hemingway (enamorado de Madrid como pocos), José Rodríguez Losada (el relojero que nos donó el reloj de la Puerta del Sol), Luis Candelas (famoso bandolero de Madrid), Tony Leblanc (uno de nuestros actores más castizos), Antonio Palacios (arquitecto de inmejorables obras como el actual Ayuntamiento o el Círculo de Bellas Artes), Lina Morgan (Una de nuestras actrices más castizas), Antonio Mingote (Madrid desde una tira cómica, nuestro cronista en comic), Enrique Tierno Galván (nuestro Alcalde por excelencia), Enrique IV de Trastámara (rey fallecido en Madrid y con gran influencia en su desarrollo como ciudad y capital), Juan Zapata (capitán de las tropas comuneras y regidor de la Villa), o ninguno de los citados.

Te invitamos a que participes en esta particular encuesta pinchando en el siguiente enlace: “Encuesta”.

¿Y tú, quién crees que merece esa calle en Madrid? ¿Se te ocurre algún otro personaje?

lunes, 2 de mayo de 2016

El Madrid que SÍ fue XII. La Torre de la Parada

Hoy, 2 de mayo, celebramos el Día de la Comunidad de Madrid, la fiesta regional que conmemora el levantamiento del pueblo madrileño contra las tropas francesas en 1808, lo que se considera el comienzo de la Guerra de la Independencia Española.

Por este motivo, en “El Madrid que no fue” hoy publicamos un nuevo artículo de la sección “El Madrid que SÍ fue”.

1. Vista de la Torre de la Parada.
Félix Castelo (h.1640).
Museo de Historia de Madrid
En este caso, traemos la historia de uno de los edificios fundamentales para la corte española del XVII, la Torre de la Parada, palacete de caza del rey Felipe IV que albergaba auténticas joyas para nuestra cultura, como podrás leer a continuación.

Durante el siglo XVI se construyeron en los alrededores de Madrid monumentos soberbios, como el mismísimo Monasterio de El Escorial entre 1563 y 1584, durante el reinado del monarca Felipe II.
Tan solo unos pocos años antes, en la década de los cuarenta, el mismo personaje, que en aquel momento era el príncipe Felipe, era un gran apasionado de la caza, al igual que serían la mayor parte de los Austrias españoles. Por ello, encargó al arquitecto Luis de Vega la construcción de un lugar de reposo para las largas jornadas de caza en el Monte de El Pardo.

El artista, que ya había realizado las primeras trazas del Alcázar de Madrid, y había comenzado en 1547 las obras del Palacio de El Pardo, se encargó de la edificación de esta pequeña fortaleza en plena naturaleza entre 1547 y 1549.

Lo que erigió fue una edificación de ladrillo, de marcada verticalidad y de planta cuadrada culminada en una torre, que no pasaba de ser una construcción secundaria para los monarcas.

2. Situación de la Torre de la Parada en el Monte de El Pardo
La misma se dividía de la siguiente manera: en el piso superior, un mirador hacía las delicias de todo aquel que desde allí contemplaba el monte madrileño. Bajo esta estancia, la tercera planta se dividía en salón y capilla, la segunda en tres salas, la primera en dos alcobas y un salón, y en la planta baja se situaban las caballerizas.

Pocos cambios sufrió este curioso inmueble, a excepción del nuevo recubrimiento de la torre con un chapitel de pizarra, tan representativo de la dinastía de los Austrias, como se puede observar en edificios madrileños como la Casa de la Villa, las Casas de la Panadería y Carnicería de la Plaza Mayor, y cómo no, el majestuoso Monasterio de El Escorial.

Sin embargo, cuando esta torre se hizo realmente célebre fue ya bien entrado el siglo XVII, durante el reinado del nieto de Felipe II, el monarca Felipe IV.

3. Felipe IV, cazador. Velázquez
El conocido como “Rey Planeta”, que había continuado con la tradición cinegética tan ligada a su familia, decidió encargar en 1636 a Juan Gómez de Mora, artista más que representativo del siglo XVII español, la remodelación de esta pequeña fortaleza.
El arquitecto, precisamente conocido por las obras de la Plaza Mayor de Madrid y de la Casa de la Villa, se encargó de este caserón, que llegó a ser muy frecuentado durante el reinado de Felipe IV.
Juan Gómez de Mora conocía muy bien esta zona, ya que tan solo un año antes, en 1635, había finalizado en las proximidades de este espacio el Palacio de la Zarzuela, otro pabellón de caza, pero con aspecto de recinto palaciego.

La Torre de la Parada fue finalizada, como decimos, con el uso principal de almacén de artefactos de caza, y de reposo durante las cacerías, a unos dos kilómetros del Palacio de El Pardo. Sin embargo, y como ya hemos comentado al comienzo del artículo, aquí se guardaban algunas joyas de nuestra cultura… ¿a qué nos referimos?

4. Vulcano forjando los rayos de
Júpiter. Rubens. 1636-1638
Felipe IV tenía muchas pasiones. Si la caza era una de ellas, su admiración por la pintura era, sin duda, una de las más importantes para este personaje. Su estrecha relación con su pintor de cámara, Velázquez, así lo demuestra. No hay más que echar un vistazo al Museo del Prado para comprender el amor del monarca por el arte pictórico.

Por ello decidió que esta torre sería no solo un lugar de reposo, sino un pequeño museo personal en el que pudiera disfrutar de algunas obras de arte lejos de la pompa de la Corte.

Parece ser que en 1636, el propio Felipe IV redactó  una memoria dando instrucciones precisas para la elaboración de un gran número de lienzos.

El rey encargó a Rubens una serie de pinturas mitológicas, la mayor parte de las cuales trataban asuntos procedentes de la Metamorfosis de Ovidio, un total de sesenta y tres lienzos de gran formato. Catorce de los mismos fueron realizados por el propio Rubens (ver imagen 4), mientras que los restantes fueron firmados por diversos artistas de Amberes en base a los bocetos de Rubens.

5. El Buen Retiro en 1637. Jusepe Leonardo.
Del mismo modo, los pintores barrocos españoles Félix Castelo y Jusepe Leonardo recibieron el encargo de crear una serie dedicada a los Reales Sitios (ver imagen 5).

Pero, como no podía ser de otra manera, Felipe IV guardaba aún espacio en esta Torre de la Parada para otras obras que le encargó a su pintor favorito, Velázquez.
Para este recinto, el genial pintor sevillano aportó tres retratos de caza que hoy adornan las paredes del Museo del Prado: los de Felipe IV (ver imagen 3); su hermano, el cardenal-infante Fernando de Austria; y el príncipe heredero Baltasar Carlos.
Otros cuadros de Velázquez, como los de los filósofos Esopo y Menipo, el del dios Marte, y los retratos de algunos bufones, fueron también colgados en este peculiar museo privado.

6. Vista de la Torre de la Parada, finales del siglo XVII.
Anónimo, Madrid, Colección Abelló.
El aspecto original de la Torre de la Parada lo podemos conocer gracias al lienzo de Félix Castello (ver imagen 1), pintado hacia 1640. Sin embargo, un anónimo de finales del siglo XVII perteneciente a la Colección Abelló (ver imagen 6) nos muestra un edificio con algunas modificaciones, con lo que podemos imaginar que había sido remodelado con anterioridad.

En 1700, en un inventario se contaron hasta 176 obras pictóricas dentro de esta construcción, algo sorprendente para una torre de caza.

Precisamente el 1 de noviembre de ese año, Carlos II, el último de los Austrias, murió sin descendencia, lo que dio lugar a la Guerra de Sucesión (1701-1714) que coronó al primer rey Borbón en España, Felipe V.
La muerte de Carlos II marcó el fin de una dinastía y de una época que quedaba atrás, junto con la Torre de la Parada. Y es que durante esa guerra, en 1714, las tropas austriacas provocaron un incendio que acabó con esta singular torre.

7. Restos de la Torre de la Parada en la actualidad
Afortunadamente, las obras pictóricas no perecieron entre las llamas, y la práctica totalidad se conserva aún en el Museo del Prado, aunque muchas de las mismas se encuentren en los depósitos de la institución.

La Torre de la Parada es otra de esas pérdidas de este “Madrid que SÍ fue”, pero por suerte, el edificio no desapareció por completo. Como podrás comprobar en la imagen 7, aún es posible encontrar, entre las sendas naturales del monte de El Pardo, los restos de esta singular edificación, tan representativa del reinado de Felipe IV, y muy próxima también al embalse (ver imagen 2).

¡Si decides hacer una ruta por la zona, no dudes en contarnos tu experiencia!