Luis Moya Blanco (1904-1990) fue un arquitecto que
construyó, a mediados del siglo XX, edificios tales como el Museo de América de
Madrid o la Universidad Laboral de Gijón. Tal llegó a ser su importancia que
fue maestro de arquitectos de la talla de Miguel Fisac (autor de la
Pagoda que comentamos hace unas semanas en este mismo blog), y Fernando
Higueras (artífice de la sede del Instituto de Patrimonio Histórico
Español, en la Ciudad Universitaria).
En plena Guerra Civil (1936-1939), Luis Moya decide idear
por su cuenta un conjunto al que denomina “Sueño arquitectónico para una
exaltación nacional”. Se trata de un proyecto que sorprende en muchos
aspectos.
Lo que el arquitecto planea es un conjunto que sirva para la divulgación de la arquitectura
clásica contemporánea. Para ello intenta no seguir las corrientes que
llegan desde Francia, ya que está más influenciado por la ideología que se
propaga en esos momentos por Italia.
El proyecto consiste en el desarrollo de tres ideas:
En primer lugar, se trata de la exaltación
nacional que el propio nombre indica. Esto se ve reflejado en un Arco
del Triunfo que será el que dé acceso a todo el conjunto arquitectónico.
2. Arco triunfal visto por la otra cara |
1. Arco triunfal. Monumento a la Bandera |
El arco, al igual que ocurre con la Puerta de Alcalá, tendrá dos caras diferentes. Una de ellas está llamada a ser un monumento a la Bandera. En el centro de la misma se encontraría la escultura de Santiago Apóstol, representado como Santiago Matamoros, y reivindicando así su condición de patrón de España.
La otra, en cambio, habla del resurgimiento del país representado en dos hombres plantado un árbol.
Se trata de un arco triunfal muy diferente a los ya conocidos, por ejemplo, el de París. Es mucho menos formal, y recuerda más a un arco festivo que a uno victorioso, elevándose para evocar ese resurgimiento ya mencionado.
En segundo lugar, el conjunto sirve de exaltación
fúnebre para honrar a los caídos, idea que posiblemente sea el germen del
posterior Valle de los Caídos.
La relación con los muertos se daría en todo el espacio que ocuparía esta obra, puesto que la misma se ubicaría en el antiguo cementerio de San Martín. Se trata de un lugar elevado en la capital, y el monumento central se podría ver desde cualquier punto de la ciudad. En estos terrenos es donde posteriormente se construyó el estadio de Vallehermoso, del que hablamos en el anterior post.
Pero la exaltación fúnebre se daría, especialmente, en el
monumento central del conjunto: una pirámide, considerada por Luis Moya
un elemento característico de la arquitectura española.
3. Vista exterior de la pirámide |
4. Pirámide desde el extremo opuesto |
Y es que las pirámides están presentes en los pináculos de la obra cumbre de la historia del país, el monasterio de San Lorenzo de el Escorial, obra a la que recurre el franquismo en numerosas ocasiones. Un buen ejemplo es el Ministerio del Aire en Moncloa.
5. Sepulcro al "Héroe Único" en la parte inferior de la pirámide |
La pirámide sería un monumento en el que se alojarían diversas estatuas de los caídos en la Guerra, y un sepulcro al “Héroe único” (imagen 5), que posiblemente reservara el arquitecto para José Antonio Primo de Rivera.
Una planta más arriba, sobre este sepulcro, se erigiría un
colosal monumento, una gran tela portada por ángeles que, a modo de llama de
fuego que se eleva, representaría el paño de la Pasión de Cristo (imagen 6), donde se
incluirían elementos tales como la columna, la lanza, el lienzo de la Verónica,
y en lo alto la cruz.
6. Monumento del paño de la Pasión de Cristo en el interior de la pirámide, sobre el sepulcro |
En tercer lugar, se pretende resaltar la importancia militar. Y es que el conjunto consistiría en la pirámide central, a la que se accede por un paseo triunfal donde se situaría el Arco, pero todo ello rodeado por plazas, cipreses (que serían los que habrían dado sombra a las tumbas del antiguo cementerio), y edificios militares y administrativos, que harían que la obra no sólo tuviera una vocación monumental, sino también funcional.
Una auténtica ciudad funeraria que, a pesar de
todo, fue irrealizable. En 1940, el autor del proyecto intentó presentarlo, aún
sin muchas esperanzas, para su posterior construcción, pero no fue posible la misma.
Dejando a un lado las connotaciones políticas...
¿te hubiera gustado que una pirámide destacara en el skyline madrileño?
¿te hubiera gustado que una pirámide destacara en el skyline madrileño?
¡Qué buena entrada! ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMe ha parecido super curiosa la historia que nos has traído hoy, me ha impactado saber que algo como esto estuvo a punto de hacerse en Madrid!
A mí también me parece un proyecto curioso, porque a pesar de las magnitudes que habría tenido, es prácticamente desconocido para la inmensa mayoría.
Eliminar¡Gracias por tu comentario y un saludo!
Esa pirámide habría podido ser el monumento carismático que siempre ha necesitado Madrid para ser identificada en cualquier parte del mundo: nuestro Big Ben, nuestra torre Eiffel, nuestro Atomium o nuestro Coliseo... una lástima.
ResponderEliminar¡Hola Ricardo!
EliminarAntes de nada. gracias por tu comentario. La verdad es que muchas veces se ha comentado que la no existencia de un icono en nuestra ciudad ha sido un handicap en la promoción turística. ¿La Puerta de Alcalá? ¿La fuente de la Cibeles? ¿El Palacio Real? ¿La Plaza Mayor? Nunca ha habido acuerdo, y a veces esto ha pasado factura. Sin embargo, esperamos que el turismo en Madrid continúe al alza, y se sitúe en el lugar que corresponde a nivel internacional.
¡Un saludo!