Nos trasladamos al Madrid de la segunda mitad del siglo XVI.
Bajo el reinado del monarca Felipe II, España se convierte en ese
Imperio donde no se pone el sol, al tener territorios conquistados repartidos
por todo el globo.
El rey decide dejar de tener una Corte itinerante, y en 1561
establece la capital en Madrid.
Es entonces cuando el poder de España parece no tener fin, y
al rey le ronda una idea por la cabeza. Si todo era realizable... ¿por qué no
hacer de Madrid un puerto de mar? Las riquezas en la época procedían de todo lo que llegaba por mar desde América. ¿Cómo no iba a estar la
capital
próxima a toda esta abundancia? El río Manzanares tenía más caudal que el actual, y con algunos arreglos ser podría utilizar para ir desde Madrid hasta Vaciamadrid y allí pasar del Manzanares al Jarama, llegar al Tajo en Aranjuez, y de allí a Lisboa para salir al océano Atlántico (hay que tener en cuenta que Lisboa también pertenecía al Imperio Español desde 1580).
próxima a toda esta abundancia? El río Manzanares tenía más caudal que el actual, y con algunos arreglos ser podría utilizar para ir desde Madrid hasta Vaciamadrid y allí pasar del Manzanares al Jarama, llegar al Tajo en Aranjuez, y de allí a Lisboa para salir al océano Atlántico (hay que tener en cuenta que Lisboa también pertenecía al Imperio Español desde 1580).
Una auténtica obra de ingeniería para salvar los 600
kilómetros de distancia y los 650 metros de altura que tiene la ciudad. La
idea, que según algunos historiadores había sido inculcada al rey por su padre,
el monarca Carlos I, pronto se deshecha.
Es en el siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III,
cuando el “empresario” Carlos Martinengo comienza el proyecto privado del
Canal. En 1770 el monarca, mediante una Real cédula, permite la
construcción de esta obra, a pesar de que toda la inversión fuera privada. Bien
es cierto que ya no era necesario en Madrid un puerto de mar como en la época
de Felipe II para conectar con América, pero sí era importante fundamentalmente
para transportar materiales, puesto que no existía el ferrocarril.
El proyecto consistía en la creación de diez esclusas,
obras hidráulicas destinadas a elevar o descender a los navíos en los ríos para
salvar los desniveles. Estas esclusas estarían situadas desde el madrileño
Puente de Toledo hasta Vaciamadrid. Allí se conectaría con la Real Acequia
del Jarama, un canal destinado al riego para la agricultura ya construido,
éste sí, en tiempos de Felipe II. Desde Aranjuez ya se podría navegar por el
Tajo con mucha más facilidad hasta Lisboa.
Ya en la construcción de la novena esclusa, Martinengo se
arruina por todo lo invertido, y Carlos III decide que el Banco de San Carlos
continúe subvencionando esta empresa. Es entonces cuando, al estar apoyado por
el monarca, adquiere la denominación de Real Canal de Manzanares.
En esta época más de 2 millones de árboles se plantan en el curso del
Manzanares.
El embarcadero de Madrid se situó en lo que
hoy es el Paseo de Santa María de la Cabeza, en la parte que antes se
consideraba “Paseo del Canal”. Además, las esclusas ya construidas se iban
aprovechando como molinos, especialmente de harina. Sin embargo, la primera
molía mármol para la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro. Por si fuera
poco, en los alrededores se estableció una importante industria de
construcción, de pólvora, de papel, de caolín (arcilla blanca y muy pura) para
la Fábrica de Porcelanas, y de gusanos de seda para la Real Fábrica de Tapices
de Santa Bárbara.
Durante el reinado de Carlos IV, aún en el siglo
XVIII, el Canal queda casi en el olvido. Además, unas lluvias torrenciales
destruyen una parte del mismo en el 1799. Sin embargo se construye el Canal de
Guadarrama, que crea la presa del Gasco en la localidad de Torrelodones y
consigue aportar mucho caudal al río Manzanares.
Ya en la época de Fernando VII, en el siglo XIX, el
Real Canal se repara y el sueño parece casi finalizado: se construye el embarcadero
de Rivas y pequeños barcos pueden navegar por el Manzanares. No se alcanza
el esplendor que pretendía Felipe II ni se comienzan las obras para adecuar el
río Tajo, pero el Real Canal de Manzanares por fin puede ver la luz.
Es cierto que la Guerra de la Independencia (1808-1814) las
obras habían quedado muy dañadas. A pesar de ello, será la llegada del ferrocarril,
y más concretamente, la inauguración del Tren de la Fresa (Madrid-Aranjuez) en
1851 por Isabel II cuando el proyecto pierde sentido y las esclusas quedan en
desuso.
Hoy en día quedan algunos elementos de este canal en buen
estado, (las esclusas y las casas de sus guardeses) y tienen protección BIC
(Bien de Interés Cultural). Además existe una Plataforma de Amigos del Real
Canal del Manzanares que busca la conservación y difusión de la importancia de
estos elementos.
El sueño de Felipe II de 600 kilómetros navegables hasta
Lisboa quedó en un trayecto de poco más de 20, pero... ¿quién sabe si algún día
Madrid será finalmente navegable?
Mi enhorabuena,estaba buscando información que era ese puente ("Novena Exclusa") que vi paseando por Rivas,me ha encantado,que pena que no fuese a buen puerto ese proyecto y que ahora este abandonado y deteriorándose con lo bonito que es para mi gusto.Una pregunta sabes que eran unas antiguas naves que hay en Rivas y una Iglesia,que hay cerca.Te estaría muy agradecido si tienes información .Por cierto donde esta la casa del peón?Un saludo
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