Hoy es un gran día para nuestro blog, ya que estrenamos
nueva sección. La misma se llama “El Madrid que SÍ fue”, porque no todo son
proyectos que se descartaron en nuestra ciudad.
Esta sección sólo la actualizaremos en fechas especiales, y, ¿qué mejor que estrenarla en el primer post del año? El resto de artículos
seguirán siendo de “El Madrid que no fue”, como viene siendo habitual.
Lo que contaremos en este nuevo área, que se distinguirá por la letra color morado, es la historia de
edificios importantes que llegaron a construirse en nuestra ciudad, pero que
por un motivo u otro finalmente fueron derruidos y hoy no podemos contar con su
presencia.
¡Bienvenid@s, por tanto, al Madrid que SÍ fue!
"La Pagoda" de Miguel Fisac |
En este primer post,
hablaremos de “la Pagoda” de Miguel Fisac.
Fisac fue un
arquitecto, urbanista y pintor español que murió en la capital en 2006. Sus
primeros proyectos se centran en la vivienda social, e incluso ganó un concurso
para el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid en su empeño de hacer casas
confortables a un coste económico.
A partir de los años 50 del siglo XX revolucionó el
concepto de iglesia en España. Un claro ejemplo es la de San Pedro Mártir, que
suele llamar la atención a los usuarios de la A-1 (carretera de Burgos), a
su salida de Madrid.
En 1965, cuando Fisac era más que conocido en el campo arquitectónico,
José María Jorba, propietario de Laboratorios Jorba, encargó a Fisac la
construcción de la sede de la empresa.
Lo que iba a ser la simple sede de unos laboratorios, pasó a
convertirse en, según muchos expertos, uno de los iconos de la arquitectura
del siglo XX en Madrid.
Zona de almacenamiento y producción de los Laboratorios Jorba, en primer plano. Tras elos, "la Pagoda". |
Se trataba de una torre en la que cada planta giraba
45º con respecto a la anterior otorgando el aspecto de una pagoda
asiática, lo cual le dio el apodo por el que pasó a la posteridad.
El edificio fue finalizado en 1967 en la
entrada a Madrid por la A-2 (carretera de Barcelona), en las cercanías a la Avenida
de América, en el distrito de San Blas. En realidad la pagoda era una de
las torres del proyecto, pero es lo que dio notoriedad al mismo por su originalidad.
Además de ser la sede de la empresa, se acondicionaron otras partes de la
construcción para almacén.
El diseño de los elementos estructurales de la obra era
envidiable. Las vigas basaban su solución en láminas que formaban tubos
con unas secciones parecidas a las vértebras. Las piezas de hormigón
eran prefabricadas, y se tensaban una vez montadas.
En 1997 se elaboró en Madrid un Plan General de
Urbanismo en el que se daba protección a los edificios más importantes de
la ciudad para evitar su deterioro. Inexplicablemente, “la Pagoda” no formó
parte de este listado.
Derribo de "la Pagoda" de Fisac |
Esto propició que, en 1999, al cambiar el edificio de
propietario (adquiriéndolo el "Grupo Lar"), los nuevos dueños pudieran decidir la
suerte de esta construcción.
Los dos arquitectos responsables de la adecuación del
edificio a su nuevo uso de oficinas comentaron en un primer momento que no
tenían intención de dañar la imagen de esta obra simbólica que tan bien se
veía a la entrada a Madrid desde el aeropuerto de Barajas.
Sin embargo, y contra todo pronóstico, en verano de 1999 el “Grupo Lar” considera que el edificio construido no aprovecha todo el
terreno, y que si construyen uno nuevo y de más altura, podrán sacar más
beneficio a la compra. En ese mismo verano, se otorga el permiso por el
Ayuntamiento de Madrid para derribar este icono, y “la Pagoda” de Fisac pasa a la historia para siempre.
La versión oficial nos cuenta que, al no estar la obra
catalogada como edificio de protección, el Ayuntamiento no pudo negarse a dar
el permiso para esta histórica pérdida.
Derribo de "la Pagoda" de Fisac |
Sin embargo, la versión extraoficial, compartida por el
propio arquitecto Fisac, es bien diferente.
Miguel Fisac, además de célebre arquitecto, fue uno de los
miembros más destacados del Opus Dei, institución perteneciente a la Iglesia
católica. Su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer, era conocido personal del
urbanista.
Fisac, tras 20 años perteneciendo al Opus Dei, lo abandonó
por sentirse incómodo en el organismo. Éste fue el motivo por el cual, según
algunas teorías y la opinión de él mismo, fue boicoteado desde el seno del
Ayuntamiento de Madrid. El que era propietario de los Laboratorios Jorba señaló
directamente a José María Álvarez del Manzano, entonces alcalde de la ciudad, como
conocedor desde principios de 1999 del cambio de titularidad de “la Pagoda”, e
impulsando su derribo desde las instituciones con el único fin de destruir la imagen pública de Miguel Fisac.
Sea como fuere y alejándonos de toda polémica, lo cierto es que esta obra fue una gran pérdida para nuestra ciudad, pérdida que esperamos sirva para concienciar de que no sólo lo importante es construir o no construir un edificio o monumento, sino su posterior mantenimiento y conservación para que pueda ser disfrutado por las futuras generaciones.
Qué pena, tenía solo 6 años cuando lo derrumbaron y no lo recuerdo para nada... :(
ResponderEliminar¡Suerte que nos quede material gráfico para poder recordar estas obras!
EliminarUna de las grandes vergüenzas en la historia de la ciudad y tiene nombres y apellidos, como el de Álvarez del Manzano, al que, por cierto, también debemos la demolición de la Casa de Iván de Vargas y de los sótanos de la Casa del Tesoro, entre otras lindezas.
ResponderEliminarToda la razón, J.Esetena. Lo cierto es que sea por lo que sea, es la propia ciudad la que acaba siendo la más perjudicada. Gracias por tus comentarios, en los que siempre aportas datos interesantes. ¡Un saludo!
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