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miércoles, 20 de enero de 2016

Las Puertas de Alcalá que no fueron

La Puerta de Alcalá es ese gran símbolo de Madrid sin el cual no se puede entender la ciudad, es uno de los monumentos emblemáticos que cualquier persona que visite la capital debe contemplar. Sin embargo… ¿conoces los proyectos alternativos para la Puerta de Alcalá?

Hoy es un día importante para nuestra ciudad.
Por una parte, esta mañana ha comenzado FITUR, la segunda Feria Internacional de Turismo más importante del mundo, que cuenta ya con una experiencia de 36 ediciones.

Carlos III (1716 - 1788), retratado por
Antonio Rafael Mengs
Pero además hoy, 20 de enero de 2016, se celebra el 300 aniversario del nacimiento de “el mejor alcalde de Madrid”, el rey Carlos III que, desde su nacimiento en 1716 hasta su muerte en 1788 trató de embellecer la fisionomía de la capital con grandes avenidas, una buena red de alcantarillado, uso de adoquines, hospitales públicos como el de San Carlos (hoy Museo Reina Sofía), servicios de recogida de basura y de alumbrado, y monumentos tan emblemáticos como las fuentes de Cibeles, Apolo y Neptuno, el edificio del Museo del Prado, el Real Observatorio, o el Real Jardín Botánico.

El monarca, de la dinastía de los Borbones, hijo de Felipe V y padre de Carlos IV, no cesó en su empeño de acercar la cultura a la sociedad española. Por ello en Madrid celebramos este 2016 como un año especial, y de hecho, el Palacio Real, que tuvo como primer habitante precisamente a este rey, ya le rindió homenaje durante la Navidad decorando su famoso belén napolitano con copias de edificios relacionados con el ambiente culto de Carlos III.

En “El Madrid que no fue”, como no puede ser de otra manera, también recordamos a tan importante rey, y por ello en el post de hoy traemos la historia de uno de los monumentos más recordados del Borbón y, a su vez, uno de los más emblemáticos de la capital: la Puerta de Alcalá.

Para entender la historia de tan relevante monumento, nos tenemos que remontar a la época de los Austrias.
Antigua Puerta de Alcalá,
derribada en 1764
Parece ser que en 1599, el rey Felipe III había mandado construir una puerta que conmemorara la entrada de su esposa, Margarita de Austria, en la ciudad. De estilo barroco y hecha en ladrillo, estaba localizada en lo que hoy es calle Alfonso XI, a mitad de camino entre la fuente de Cibeles y la actual Puerta de Alcalá.
Aquella construcción estaba situada en el camino a la localidad de Alcalá de Henares, un real camino que posteriormente continuaba hacia Aragón, Cataluña y Francia. Por este motivo se comenzó a llamar Puerta de Alcalá.

Felipe IV, el sucesor de Felipe III, construyó una cerca que rodeó Madrid entre 1625 y 1868 con fines estrictamente fiscales. No consideró necesario trasladar la entrada construida por su padre, con lo que pasó a formar parte de la cerca de Felipe IV.

Otras fuentes afirman que en realidad esta puerta de la ciudad no se creó hasta 1636 o 1639.

Sea como fuere, lo cierto es que el monumento se mantuvo en pie durante muchos años y los reinados de Carlos II, Felipe V, Luis I y Fernando VI. 

A la muerte de Fernando VI, "el mejor Alcalde" comenzó su mandato: Carlos III entró en Madrid como rey de España el 9 de diciembre de 1759 bajo una intensa lluvia. Se dice que aquel día vio la Puerta de Alcalá y no le agradó. Ya desde aquel día, este ilustre personaje quiso convertir a Madrid en una ciudad monumental.

Fue poco después, en 1764, cuando decidió derribar aquella puerta con el fin de ensanchar la calle de Alcalá. Su objetivo, además de la construcción de una avenida magna, era la creación de una gran entrada para la capital de España, que mostrara el esplendor de la ciudad y del reino.

Hacia 1769, el monarca encargó el diseño de este monumento a los tres arquitectos más importantes de esta época.

En primer lugar, José de Hermosilla (1715-1776), arquitecto e ingeniero, diseñó un trazado para la nueva puerta. Su opinión era muy tomada en cuenta, ya que precisamente en ese periodo (1767-1784), se encontraba en pleno proyecto de ordenación del Salón del Prado, que posteriormente se vería culminado con las fuentes  de Ventura Rodríguez: la de la Alcachofa, las Cuatro Fuentes, la de Neptuno, la de Apolo y la de Cibeles. Sin embargo el proyecto de Hermosilla pronto se descartó, quizás para que artista pudiera seguir centrado en el Salón del Prado.

Dos de los cinco proyectos de Ventura Rodríguez
para la Puerta de Alcalá (1769)
Fue Buenaventura Rodríguez Tizón, más conocido como Ventura Rodríguez (1717-1785) el segundo de los arquitectos que preparó algunos diseños para la que sería la nueva Puerta de Alcalá.

Concretamente, diseñó cinco proyectos que, fechados a 16 de mayo de 1769, aún se conservan en el Museo de Historia de Madrid. Los cinco eran de una enorme calidad, y su experiencia era más que notoria en estos trazos. Se trataba en general de arcos triunfales con semicolumnas toscanas. Todos tenían cinco vanos, presentando tres de medio punto en el centro para carruajes, y dos adintelados menores en los extremos para peatones.

Los restantes tres de los cinco proyectos de
Ventura Rodríguez 
para la Puerta de Alcalá (1769)
Lamentablemente, Ventura Rodríguez tuvo la “mala suerte” de coexistir, en primer lugar, con Juan de Villanueva (1739-1811), considerado como máximo exponente de la arquitectura neoclásica en España, y en segundo lugar, con Francesco Sabatini (1722-1797), artista italiano que trabajó para la Casa Real de España. Tanto Ventura Rodríguez como Sabatini cabalgaron entre el barroco y el neoclásico. Sin embargo, poco a poco parece que Sabatini le fue quitando el puesto a Ventura en los grandes proyectos reales. Un ejemplo de esto puede ser el caso de “El proyecto de Ventura Rodríguez para San Francisco el Grande”, que nunca llegó a ver la luz.

Francesco Sabatini (1722 - 1797)
Con la Puerta de Alcalá ocurrió algo similar. Y es que, como decimos, los cinco proyectos de Ventura eran más que interesantes, pero el tercero de los arquitectos que presentó sus diseños al rey fue precisamente Francesco Sabatini.

En su caso fueron dos los proyectos realizados, ambos soberbios y de una grandiosidad indiscutible, siendo de los más relevantes de toda la arquitectura europea del XVIII.

Igualmente concebidas como arcos triunfales, se trataba de dos puertas tardobarrocas clasicistas que se diferenciaban, fundamentalmente, en que una se componía de cinco vanos (tres para carruajes y dos para peatones), y la otra solo constaba de cuatro.

Parece ser que Carlos III no tuvo ninguna duda, y eligió el proyecto de Sabatini. Sin embargo… ¿cuál de los dos diseños?

Los dos proyectos de Francesco Sabatini
realizados para la Puerta de Alcalá (1769)
Se dice que el monarca, sin darse cuenta, aprobó ambos diseños, quizás ante la imposibilidad de seleccionar uno en detrimento del otro, con lo que Sabatini se encontró ante la difícil tarea de mostrarle al rey su error, algo que le podía costar la pérdida del favor real que gozaba por aquel entonces.
El astuto arquitecto decidió, por tanto, realizar ambos diseños en el mismo monumento. Modificó sus dos arcos triunfales originales con el fin de poder plasmarlos en la misma puerta, algo que realizó magistralmente, y motivo por el cual hoy en día podemos disfrutar de dos Puertas de Alcalá diferentes, una cada lado del monumento.

Construida en estilo neoclásico, se finalizó en 1778, y se consideró desde el primer momento uno de los símbolos de la Ilustración en España, una monumental entrada a la capital que no ha perdido importancia desde entonces.
Como decimos, la de Alcalá se usó realmente como puerta de la cerca de Carlos IV. Cuando aquel muro desapareció, la Puerta perdió su uso de entrada a la ciudad, pero se siguió manteniendo como uno de los iconos de Madrid.
                                                                                                       
El lado oeste es el considerado como interior, ya que es el que mira hacia el casco histórico de la ciudad, el que veían los madrileños cuando partían de la ciudad, y por su parte, la fachada este es la exterior, la que recibía a los viajeros.

Puerta de Alcalá
En primer lugar, la fachada este (la exterior),
y en segundo lugar, la fachada oeste (interior)
Los motivos que adornan la parte exterior son, sobre los tres arcos de medio punto, unos mascarones con formas de sátiros, espíritus de los bosques en la Antigua Grecia, ya que junto a los motivos florales de los arcos adintelados de los extremos, se consideraban un símbolo de fertilidad. Así, todo el que entraba en la ciudad veía símbolos de fecundidad bajo el escudo real del frontón de la puerta, sostenido por la Fama y ayudado por un niño, tratando de mostrar al visitante la fertilidad del Rey de España.

Por su parte, el lado interior, sobre los tres arcos principales se ven unas cabezas de leones que simbolizan la lealtad hacia la monarquía, haciendo que todo el que abandonara la capital lo hiciera recordando que, aunque fuera a otros puntos del reino, la lealtad al monarca estaba por encima de todo. Los tarjetones de los extremos muestran cornucopias, símbolo de abundancia, y por último, rematando la fachada, armas y escudos que parecen torsos recostados hablando del esfuerzo pacificador del rey.

Un conjunto indiscutiblemente soberbio, que echó por tierra los planes de José de Hermosilla y, por supuesto, de Ventura Rodríguez de hacerse cargo del proyecto.

¿Conocías estos diseños no realizados de la Puerta de Alcalá? ¿Crees justa la victoria de Sabatini en este caso?

miércoles, 21 de octubre de 2015

El proyecto de Ventura Rodríguez para San Francisco el Grande

Hoy traemos en “El Madrid que no fue” uno de los principales proyectos no realizados en Madrid, el de Ventura Rodríguez para la iglesia de San Francisco el Grande.
Pero antes de ello, nos remontaremos a los orígenes de este lugar.

Placa junto a San Francisco el
Grande, donde San Francisco de
Asís fundó una ermita en 1217.
madridvillaycorte.es
Cuenta la leyenda que San Francisco de Asís, nacido a finales del siglo XII en Italia, llegó a Madrid en su peregrinaje a Santiago de Compostela. Se estableció durante un breve período de tiempo en una choza situada fuera de las murallas de la ciudad, en el lugar exacto donde hoy se encuentra San Francisco el Grande, en la intersección entre la Gran Vía de San Francisco, la Carrera de San Francisco y la calle Bailén.

Antes de partir de Madrid, fundó en ese mismo lugar en 1217 una pequeña ermita, junto a la que después se asentó una comunidad de religiosos franciscanos que construyeron una iglesia dedicada a Santa María, haciendo de esta originaria choza un modesto convento. Tal monasterio fue haciéndose popular por esta historia de San Francisco de Asís, con lo que a finales del siglo XIV pudo ser renovado y ampliado.

Muchas de las familias más importantes de Madrid, como los Lujanes, los Vargas y los Zapata, contaban con capillas propias junto a la capilla mayor, fundada a su vez por Ruy González de Clavijo, embajador del rey Enrique III, “el doliente”.
También importantes personajes históricos eligieron esta iglesia, llamada ya de Jesús y María, para ser enterrados. Véase el caso del propio Ruy González de Clavijo, el de Enrique de Villena, hijo del II marqués de Villena, o de doña Juana de Portugal, esposa del rey Enrique IV y madre de Juana “la Beltraneja”. Lamentablemente todas estas capillas (25 en total), y los sepulcros se han perdido con el paso del tiempo.

Convento hacia 1656. Plano de Teixeira
urbancidades.wordpress.com
En 1561, Felipe II convirtió Madrid en la capital del reino, y aquel modesto convento ganó en riqueza y poder, no sólo por su estrecha relación con la Casa Real, sino por convertirse en la sede del Comisariado General de Indias y  la Obra Pía de Jerusalén, que custodiaba todos aquellos Santos Lugares conquistados en las cruzadas.

En 1760, los monjes franciscanos derribaron este histórico convento para crear uno nuevo, más amplio y lujoso, en ese mismo lugar.

Y es ahora cuando comienza la historia relativa al Madrid que no fue.

El arquitecto que recibió este importante encargo es, nada más ni menos, que Buenaventura Rodríguez Tizón, conocido como Ventura Rodríguez.
Nacido en 1717 en Ciempozuelos, Madrid, y fallecido en la capital en 1785, se le considera el principal arquitecto español de la época junto a Juan de Villanueva.

Colaboró en las obras del Palacio Real, aunque su primer gran triunfo vino de la mano de la Capilla Real del mismo edificio, ya que el rey Fernando VI eligió su proyecto frente al de Giovanni Battista Sacchetti, a quien ayudaba Ventura en su construcción del Palacio.
Ventura Rodríguez,
por Francisco de Goya (1784)

Tras este encargo, recibió otros muchos, como el de la iglesia parroquial de San Marcos, la decoración del Real Monasterio de la Encarnación, el interior de la Colegiata de San Isidro, el Palacio del Infante don Luis de Boadilla del Monte, la Puerta de Atocha, el Palacio de Liria, el de Altamira...  y así hasta una infinidad de importantes proyectos, aunque si hay algo por lo que es conocido es por las fuentes que son ahora un símbolo de la capital: Cibeles, Apolo, Neptuno, las Cuatro Fuentes, la de la Alcachofa, la de las Conchas en el Campo del Moro (originalmente en los jardines del Palacio de Boadilla del Monte)…

Fue, además, director de los estudios de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y obtuvo el título de Maestro Mayor del Ayuntamiento de Madrid, con lo que gran parte de la ordenación urbana actual de la ciudad se debe a su actuación.

Sin embargo, el encargo de proyecto para la iglesia de San Francisco el Grande, que recibió este ilustre personaje en 1760, pronto se convirtió en una pesadilla.

Proyecto de Ventura Rodríguez para la iglesia de
San Francisco el Grande, 1761
En 1761 finalizó su diseño y lo presentó a los monjes franciscanos. El solar en que antes habían estado la iglesia, las capillas, el convento y el claustro principal se convertiría, según Ventura, en una gran iglesia neoclásica. La misma tendría  planta de cruz latina, y se dividiría en tres naves, siguiendo así los trazos de la basílica de San Pedro en El Vaticano.

Por increíble que parezca, la comunidad franciscana rechazó el proyecto y lo tacharon de ambicioso, con lo que no le permitieron su ejecución.

Por una parte, se dice que en realidad no aprobaron los bocetos de Ventura porque este estilo de construcción no era común en España: el altar en nuestro país suele estar presidido por un gran retablo que domine la estancia, y el coro se enfrenta el mismo. Sin embargo, en el proyecto del arquitecto es al fondo del presbiterio donde se coloca el coro, eliminando el retablo principal. Nada de extrañar en un arquitecto que, a pesar de no haber viajado a Italia, era bien conocedor de las corrientes artísticas de aquel país.

Planta del templo proyectado por Ventura Rodríguez
para San Francisco el Grande.
Biblioteca Nacional de España, a través de
paisajesurbanosmatritenses.blogspot.com
Por otra parte, se dice que el motivo real para el rechazo del plan fue que el madrileño pretendía demoler parte del Cuarto de Indias, en el antiguo convento, que no se había derruido para su conservación.

Sea como fuere, Ventura no consiguió convencer a los encargados de aprobar el proyecto, lo que consideró parte importante de una larga crisis personal, que tendría su momento más álgido unos años más tarde, en 1776, con la muerte de su mujer.

El religioso franciscano Francisco Cabezas, original de un pueblo de Valencia, es quien finalmente recibió este encargo.
Creó un nuevo diseño de iglesia con planta circular con vestíbulo y ábside. La gran cúpula central rodeada de capillas sería el elemento característico de este nuevo edificio con fachada curva, detalles muy inusuales en la arquitectura española.

Pronto comenzaron las obras, pero Ventura Rodríguez trató por todos los medios de crear complicaciones técnicas para el proyecto valiéndose de su influencia en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Por este motivo, Francisco Cabezas abandonó en 1768 la construcción y volvió a Valencia, donde moriría poco después.

Planta del proyecto realizado por Francisco Cabezas para
la basílica de San Francisco el Grande.
paisajesurbanosmatritenses.blogspot.com
Después se reanudaron las obras con Antonio Pló a la cabeza, que finalizó la impresionante cúpula en 1770, que con 33 metros de diámetro se ha considerado tradicionalmente como la mayor de España y la tercera más grande de todo Occidente, sólo por detrás de la del Panteón de Agripa (43,4 metros), y la de San Pedro del Vaticano (42,5 metros), ambas en Roma.
La cúpula de San Francisco el Grande no tiene tambor que la eleve, ya que se sitúa ya a una considerable altura (58 metros). Es por lo que pasa desapercibida desde el exterior, y sólo se aprecia su majestuosidad desde el interior.

En ese momento se pide ayuda a Diego de Villanueva (hijo de Juan de Villanueva) para garantizar la seguridad de la cúpula. Con este fin, idea añadir columnas adosadas a los pilares, algo que criticó muy duramente de nuevo Ventura Rodríguez, por lo que la Real Academia de Bellas Artes decidió reprenderle duramente por su actitud negativa durante toda la construcción.

Para la fachada  y las dos torres principales, en 1776 los frailes pidieron a Carlos III la incorporación al proyecto del italiano Francesco Sabatini, que en 1764 había concluido las obras del Palacio Real. Fue el italiano con quien se finalizó esta gran construcción en 1784, algo que tampoco fue de agrado para nuestro Ventura, y es que en 1769 Carlos III había descartado sus proyectos para la Puerta de Alcalá, eligiendo uno de Sabatini.

Real Basílica de San Francisco el grande en la actualidad,
según el proyecto de Francisco Cabezas
Flickr - fdecastrob
A pesar de que Ventura Rodríguez creyó haber perdido el favor real por estas decisiones, lo cierto es que aún hoy, gran parte de los monumentos más fotografiados de la ciudad son obra del madrileño.

Años más tarde, durante el reinado de José Bonaparte, se planteó destinar el templo de San Francisco el Grande a Salón de Cortes, ya que la última había tenido lugar en 1789 en San Jerónimo el Real, “los Jerónimos”, por no existir en la ciudad un espacio destinado a tal fin. El proyecto se descartó, y las últimas Cortes del Antiguo Régimen celebradas en España fueron en 1833 y de nuevo en “los Jerónimos”, lugar donde además tradicionalmente tenía lugar la jura como príncipes de Asturias de los herederos de la Corona.

Tras la desamortización de Mendizábal en 1836, los frailes abandonaron el convento, y con el paso del tiempo el derribo de una parte del edificio dio lugar a lo que hoy es el Parque de la Cornisa, y desde el cual se pueden ver las ventanas cegadas de la iglesia porque son las que lindaban con el monasterio. (Ver también la historia del proyecto del "Minivaticano").
Real Basílica de San Francisco el Grande en la actualidad.
conciertodeculturas.es
Se consideró en ese momento también convertir el templo en un Panteón de Hombres Ilustres, como ya comentamos hace unos meses en este artículo: “El sueño de un Panteón de Hombres Ilustres”.

En 1962, la iglesia fue declarada Basílica menor, y en la actualidad, además de ser una de las iglesias más bellas del país, es una gran pinacoteca con obras de importantes artistas como Francisco de Goya.

Pero como esto ya forma parte del Madrid que sí fue, nos hemos querido centrar en el proyecto de Ventura Rodríguez, el que fue descartado incomprensiblemente y que estaba llamado a ser de igual manera una gran iglesia para nuestro país, y uno de los más importantes encargos para el arquitecto.

¿Crees que fue justo su rechazo? ¿Te parece más interesante la no realizada, o la que finalmente se construyó?

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El sueño de un Panteón de Hombres Ilustres

En España, al contrario de lo que ocurre en países como Reino Unido, la gente no tiene la costumbre de visitar camposantos para conocer una ciudad o, simplemente, para pasar una tarde soleada de domingo. Sin embargo, en el siglo XIX se quiso a dotar a la capital con un lugar digno de admiración en el que pudieran descansar los restos de los personajes más ilustres.

1. Iglesia de San Francisco el Grande. Siglo XIX
El 6 de noviembre de 1837 las Cortes Generales aprobaron la conversión de la iglesia de San Francisco el Grande, construida en la segunda mitad del siglo XVIII, en el primer Panteón de Hombres Ilustres de España. En el mismo sólo podrían estar los cuerpos de personajes relevantes para la historia del país.

En 1841, la Real Academia de la Historia propone la primera lista, pero es en 1869 cuando se nombró una comisión para localizar los restos.

El 20 de junio de 1869 se inaugura ese primer panteón en un acto solemne: bandas de música, unidades del Ejército y de la Guardia Civil, políticos, estudiantes... acompañan el desfile de cinco kilómetros de carrozas fúnebres, con el sonido de fondo de cien cañonazos, y encendiendo tres grandes lámparas al entrar los restos en la iglesia.

Los cuerpos allí depositados fueron los de los escritores Francisco de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, los poetas Garcilaso de la Vega, Alonso de Ercilla y Juan de Mena, el humanista Ambrosio de Morales, los arquitectos Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, el político Zenón de Somodevilla y Bengoechea (Marqués de la Ensenada), los militares Gonzalo Fernández de Córdoba y Federico Gravina, y el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza.

A pesar de este importante paso, son muchos los personajes que no pueden ser encontrados y el proyecto no toma las dimensiones deseadas. En muchos casos no se encuentran los restos, o diferentes ayuntamientos no permiten su traslado: Lope de Vega, Cervantes, Juan de Herrera, Antonio Pérez, Claudio Coello, Tirso de Molina, Jorge Juan, El Cid, Don Pelayo, Goya, Murillo, los condes de Campomanes y Floridablanca, Guzmán el Bueno, Jovellanos, y un largo etcétera entran en esta lista.

Por este motivo, al pasar unos años se descarta la idea de seguir buscando más cuerpos y se destierra la  de construir un Panteón Nacional, trasladando así los restos ubicados en San Francisco el Grande a sus lugares de origen.

2. Proyecto original de Fernando Arbós y Tremandi
Por otra parte, existía también en el siglo XIX una gran iglesia y un convento de dominicos que, construidos en el siglo XVI sobre una antigua ermita, estaban bajo la advocación de la Virgen de Atocha. Ya Felipe II demostró su devoción al visitar el santuario antes y después de cada batalla, y Felipe IV también, proclamando en 1643 a la de Atocha como “Virgen protectora de la Familia Real y de la Monarquía Española”.
En 1808 se produce la invasión napoleónica, y la iglesia se transforma en cuartel. Tras la Guerra de Independencia, los dominicos vuelven al convento y, en 1863, la iglesia es ascendida a basílica. Sin embargo el deterioro de la guerra es visible y no se consigue recuperar el esplendor previo.

En 1888, la regente María Cristina, viuda de Alfonso XII, al ver el estado de los edificios, ordena su derribo y la construcción de un nuevo complejo, en el que se incluirá un nuevo proyecto del anteriormente fracasado Panteón de Hombres Ilustres.

Este nuevo proyecto ilusiona a los que creyeron posible un lugar en el que se rindiera homenaje a los más importantes personajes de la historia del país. Esta vez, además, con el añadido de construir un edificio desde cero para albergar semejante empresa.

3. Tumba de Prim en el Panteón antes de su traslado a Reus
El concurso público que tiene lugar entre los años 1888 y 1890 es ganado por el arquitecto Fernando Arbós y Tremandi, quien propone un conjunto neobizantino muy ambicioso en el que la basílica sería el templo de la Corte. (Ver foto 2)
Por una parte, un campanil italiano con un reloj de cuatro esferas y tres campanas destacaría en el conjunto. Por otra, el propio panteón, a modo de claustro, daría cobijo a las tumbas de las importantes personalidades. El mismo estaría inspirado en el camposanto del Campo dei Miracoli, de Pisa.

El panteón sería de planta cuadrada, con dos cúpulas semiesféricas en las esquinas y tres galerías con vidrieras y arcadas.

En 1891 comienzan las obras, pero en 1899, cuando la basílica ni se había comenzado, los problemas económicos obligan a suspender el plan. Sólo el panteón y el campanil habían llegado a ser construidos. Además, se dio prioridad a las obras de la Cripta de la Almudena, con lo que la continuación del proyecto quedó condenada al olvido.

4. Panteón e Iglesia de Atocha antes de la Guerra Civil
Los frontones decorados con mármol negro, los fustes de mármol blanco de puertas y ventanas, las losas de piedra caliza de las fachadas, el granito de zócalos y sillares, la entrada y los pavimentos decorados con mosaicos... no hacen más que recordarnos lo que pudo llegar a ser aquel conjunto si se hubiera podido finalizar el proyecto.

En 1901, y finalizadas las obras del panteón, se trasladaron allí los restos de Prim (ver foto 3), Castaños, Manuel Gutiérrez de la Concha, Antonio Ríos Rosas y Palafox.

Después, se añadieron los de Antonio Cánovas del Castillo, Juan Álvarez Mendizábal, Agustín Argüelles, Salustiano Olózaga, Antonio José María Calatrava, Práxedes Mateo Sagasta, Eduardo Dato, José Canalejas, Martínez de la Rosa y Muñoz Torrero.

En 1924 los dominicos reanudaron las obras de su nueva iglesia, pero ya sin seguir los trazos de Arbós (Ver foto 4). Sin embargo, la actual iglesia data de 1951, ya que la que había sido construida quedó destruida en la Guerra Civil.

5. Panteón de Hombres Ilustres en la actualidad.
Imágenes de ventanasalpensamiento.blogspot.com y
Sara Fernández para "El Mundo", respectivamente
Entre los años treinta y ochenta del siglo XX, el Panteón es abandonado, y los restos de Castaños, Prim y Palafox son trasladados a Bailén, Reus y Zaragoza respectivamente.

En 1963 se decide construir en los terrenos libres que se sitúan entre el Panteón y el campanil, el colegio Nuestra Señora de Atocha, dirigido por dominicos.
Ya en los años ochenta, Patrimonio Nacional restaura el Panteón, y en 2003 los mosaicos.

Sin duda una oportunidad perdida para poder crear un conjunto en que se veneren los restos de los más destacados personajes ilustres del país.
A pesar de todo ello, son varias las esculturas que se llegaron a hacer para acoger estos cuerpos. Algunas son de artistas de la talla de Mariano Benlliure o Pedro Estany, con lo cual desde aquí reivindicamos el valor del Panteón de Hombres Ilustres actual, que seguramente no está valorado como debería, y que a veces pasa desapercibido incluso para los propios madrileños. 

¿Te animas a visitarlo?