miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!

Hoy, 24 de diciembre, no hay nuevo artículo en nuestro blog.

En su lugar aprovechamos para felicitaros las Fiestas con esta foto de la Plaza Mayor en 1956... 
Porque el Madrid que no fue es sorprendente, pero el Madrid que fue es maravilloso.

¡Feliz Navidad!

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El sueño de un Panteón de Hombres Ilustres

En España, al contrario de lo que ocurre en países como Reino Unido, la gente no tiene la costumbre de visitar camposantos para conocer una ciudad o, simplemente, para pasar una tarde soleada de domingo. Sin embargo, en el siglo XIX se quiso a dotar a la capital con un lugar digno de admiración en el que pudieran descansar los restos de los personajes más ilustres.

1. Iglesia de San Francisco el Grande. Siglo XIX
El 6 de noviembre de 1837 las Cortes Generales aprobaron la conversión de la iglesia de San Francisco el Grande, construida en la segunda mitad del siglo XVIII, en el primer Panteón de Hombres Ilustres de España. En el mismo sólo podrían estar los cuerpos de personajes relevantes para la historia del país.

En 1841, la Real Academia de la Historia propone la primera lista, pero es en 1869 cuando se nombró una comisión para localizar los restos.

El 20 de junio de 1869 se inaugura ese primer panteón en un acto solemne: bandas de música, unidades del Ejército y de la Guardia Civil, políticos, estudiantes... acompañan el desfile de cinco kilómetros de carrozas fúnebres, con el sonido de fondo de cien cañonazos, y encendiendo tres grandes lámparas al entrar los restos en la iglesia.

Los cuerpos allí depositados fueron los de los escritores Francisco de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, los poetas Garcilaso de la Vega, Alonso de Ercilla y Juan de Mena, el humanista Ambrosio de Morales, los arquitectos Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, el político Zenón de Somodevilla y Bengoechea (Marqués de la Ensenada), los militares Gonzalo Fernández de Córdoba y Federico Gravina, y el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza.

A pesar de este importante paso, son muchos los personajes que no pueden ser encontrados y el proyecto no toma las dimensiones deseadas. En muchos casos no se encuentran los restos, o diferentes ayuntamientos no permiten su traslado: Lope de Vega, Cervantes, Juan de Herrera, Antonio Pérez, Claudio Coello, Tirso de Molina, Jorge Juan, El Cid, Don Pelayo, Goya, Murillo, los condes de Campomanes y Floridablanca, Guzmán el Bueno, Jovellanos, y un largo etcétera entran en esta lista.

Por este motivo, al pasar unos años se descarta la idea de seguir buscando más cuerpos y se destierra la  de construir un Panteón Nacional, trasladando así los restos ubicados en San Francisco el Grande a sus lugares de origen.

2. Proyecto original de Fernando Arbós y Tremandi
Por otra parte, existía también en el siglo XIX una gran iglesia y un convento de dominicos que, construidos en el siglo XVI sobre una antigua ermita, estaban bajo la advocación de la Virgen de Atocha. Ya Felipe II demostró su devoción al visitar el santuario antes y después de cada batalla, y Felipe IV también, proclamando en 1643 a la de Atocha como “Virgen protectora de la Familia Real y de la Monarquía Española”.
En 1808 se produce la invasión napoleónica, y la iglesia se transforma en cuartel. Tras la Guerra de Independencia, los dominicos vuelven al convento y, en 1863, la iglesia es ascendida a basílica. Sin embargo el deterioro de la guerra es visible y no se consigue recuperar el esplendor previo.

En 1888, la regente María Cristina, viuda de Alfonso XII, al ver el estado de los edificios, ordena su derribo y la construcción de un nuevo complejo, en el que se incluirá un nuevo proyecto del anteriormente fracasado Panteón de Hombres Ilustres.

Este nuevo proyecto ilusiona a los que creyeron posible un lugar en el que se rindiera homenaje a los más importantes personajes de la historia del país. Esta vez, además, con el añadido de construir un edificio desde cero para albergar semejante empresa.

3. Tumba de Prim en el Panteón antes de su traslado a Reus
El concurso público que tiene lugar entre los años 1888 y 1890 es ganado por el arquitecto Fernando Arbós y Tremandi, quien propone un conjunto neobizantino muy ambicioso en el que la basílica sería el templo de la Corte. (Ver foto 2)
Por una parte, un campanil italiano con un reloj de cuatro esferas y tres campanas destacaría en el conjunto. Por otra, el propio panteón, a modo de claustro, daría cobijo a las tumbas de las importantes personalidades. El mismo estaría inspirado en el camposanto del Campo dei Miracoli, de Pisa.

El panteón sería de planta cuadrada, con dos cúpulas semiesféricas en las esquinas y tres galerías con vidrieras y arcadas.

En 1891 comienzan las obras, pero en 1899, cuando la basílica ni se había comenzado, los problemas económicos obligan a suspender el plan. Sólo el panteón y el campanil habían llegado a ser construidos. Además, se dio prioridad a las obras de la Cripta de la Almudena, con lo que la continuación del proyecto quedó condenada al olvido.

4. Panteón e Iglesia de Atocha antes de la Guerra Civil
Los frontones decorados con mármol negro, los fustes de mármol blanco de puertas y ventanas, las losas de piedra caliza de las fachadas, el granito de zócalos y sillares, la entrada y los pavimentos decorados con mosaicos... no hacen más que recordarnos lo que pudo llegar a ser aquel conjunto si se hubiera podido finalizar el proyecto.

En 1901, y finalizadas las obras del panteón, se trasladaron allí los restos de Prim (ver foto 3), Castaños, Manuel Gutiérrez de la Concha, Antonio Ríos Rosas y Palafox.

Después, se añadieron los de Antonio Cánovas del Castillo, Juan Álvarez Mendizábal, Agustín Argüelles, Salustiano Olózaga, Antonio José María Calatrava, Práxedes Mateo Sagasta, Eduardo Dato, José Canalejas, Martínez de la Rosa y Muñoz Torrero.

En 1924 los dominicos reanudaron las obras de su nueva iglesia, pero ya sin seguir los trazos de Arbós (Ver foto 4). Sin embargo, la actual iglesia data de 1951, ya que la que había sido construida quedó destruida en la Guerra Civil.

5. Panteón de Hombres Ilustres en la actualidad.
Imágenes de ventanasalpensamiento.blogspot.com y
Sara Fernández para "El Mundo", respectivamente
Entre los años treinta y ochenta del siglo XX, el Panteón es abandonado, y los restos de Castaños, Prim y Palafox son trasladados a Bailén, Reus y Zaragoza respectivamente.

En 1963 se decide construir en los terrenos libres que se sitúan entre el Panteón y el campanil, el colegio Nuestra Señora de Atocha, dirigido por dominicos.
Ya en los años ochenta, Patrimonio Nacional restaura el Panteón, y en 2003 los mosaicos.

Sin duda una oportunidad perdida para poder crear un conjunto en que se veneren los restos de los más destacados personajes ilustres del país.
A pesar de todo ello, son varias las esculturas que se llegaron a hacer para acoger estos cuerpos. Algunas son de artistas de la talla de Mariano Benlliure o Pedro Estany, con lo cual desde aquí reivindicamos el valor del Panteón de Hombres Ilustres actual, que seguramente no está valorado como debería, y que a veces pasa desapercibido incluso para los propios madrileños. 

¿Te animas a visitarlo?

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La Plaza Mayor más polémica

En el lugar que antes había ocupado la Plaza del Arrabal, el arquitecto Juan Gómez de Mora crea entre 1617 y 1619 y por encargo del monarca Felipe III la que hoy conocemos como Plaza Mayor. Se trata de una plaza rectangular que va a convertirse en uno de los símbolos indiscutibles de Madrid.

Plaza Mayor de Juan de la Corte, 1623. Detalle
Dos edificios la presiden, uno a cada lado de la misma. Por una parte la Casa de la Panadería. La misma quedó destruida por completo en dos incendios en el siglo XVII. Un incendio posterior, en 1790, destruye toda la Plaza Mayor, a excepción de la Casa de la Panadería, la cual servía como tahona general de la Villa. Es entonces cuando Juan de Villanueva reconstruye la plaza con el actual diseño neoclásico e iguala la altura de la plaza con la de la Casa de la Panadería, que quedaba más baja con respecto al resto de edificios.
Por otra parte, la Casa de la Carnicería, que se construyó tras el incendio de 1631, sirvió como depósito general de carnes para abastecer a los mercados y tiendas de Madrid. Hasta hace pocos años fue la Junta Municipal del Distrito de Centro.

Hoy en día, lo que encontramos es, en la Casa de la Panadería, el Centro de Turismo de la Plaza Mayor, donde simpáticos informadores reciben a los turistas que llegan a la ciudad. La Casa de la Carnicería está siendo a su vez acondicionada para acoger un hotel en el corazón mismo de la capital.

Plaza Mayor con la fisonomía actual.
Foto de secretosdemadrid.es
En el centro de la plaza se encuentra la estatua de Felipe III que esculpió en Florencia Juan de Bolonia en el siglo XVII y remató Pietro Tacca, artífice de la de Felipe IV de la Plaza de Oriente. En un primer momento fue situada en la Casa de Campo, pero en el siglo XIX, la reina Isabel II decidió mover estas 5 toneladas y media de estatua al emplazamiento actual, y le añadió el pedestal que hoy todos conocemos.

Actualmente todo el entorno se encuentra en un proceso de restauración de cara a la próxima celebración del 400 aniversario de la Plaza Mayor. Las obras se encuentran en su primera fase, la de conservación de fachadas y cubiertas, a la que seguirán otras dos fases de iluminación monumental y acondicionamiento del uso de las bóvedas de los soportales como lienzos.

Este breve recorrido de la historia de la Plaza Mayor desde su creación hasta su futuro más inmediato se salta un apartado no menos importante: la Plaza Mayor que no fue.

Y es que es posible que aún más de uno recuerde la polémica que surgió en el año 2009 a causa de una remodelación completa que nunca vio la luz.

En ese año se propone el Plan de Mejora de la Calidad de la Plaza Mayor, al que el equipo municipal de Gobierno iba a destinar 60.000 euros.

Fiesta real de toros en la Plaza Mayor.
José Rubio de Villegas, 1846
Se puede apreciar el color original de las fachadas
El Plan surgió a raíz del proyecto que se intentó llevar a cabo de convertir la Casa de la Carnicería en un Parador de Turismo, algo que finalmente quedó descartado, y hoy en día, como ya se ha comentado anteriormente, se trabaja en su acondicionamiento como hotel. Sin embargo, el autor del Plan de Mejora de la Calidad de la Plaza Mayor, el arquitecto Carlos Ferrán Alfaro, creyó que se trataba de una oportunidad para transformar la Plaza Mayor. “La idea central consiste en innovar la Plaza Mayor como escenario áulico y popular”. Continuaba la defensa del Plan con estas palabras: “Para conseguir que siga siendo ambas cosas, como siempre lo ha sido, es preciso incorporarle nuevos cometidos que hoy la ciudadanía demanda”.

Pero... ¿en qué consistía exactamente la muy comentada remodelación?

En primer lugar, se habló, y mucho, del “almagre”. Se trata de un óxido de hierro que adquiere una tonalidad encarnada. Es el pigmento para pintura de color rojizo que se aplicó en 1989 a las fachadas de los edificios de la plaza y que le da el aspecto actual.

Postal de la Plaza Mayor en el siglo XX.
Aún se aprecia el color amarillo de las fachadas
Esta singular pintura parece que no ha resistido bien el paso del tiempo, y fue el motivo por el cual se propuso una serie de catas selectivas en lugares recónditos de la plaza con el fin de averiguar cuáles fueron los colores primitivos de los edificios, y volver a los tonos originales de este espacio público. Entre ellos figuraron el blanco, el amarillo napolitano y el ocre. Más de un diario publicó en titulares el hecho de que la plaza pudiera perder su rojo característico de los últimos años para adquirir un color blanco o amarillo, hablando incluso de “desfiguración” del entorno.

Pero no era lo único que se proponía en la reforma. Si bien el color era un punto polémico, no lo fue menos la eliminación de los tejados de pizarra instalados en los años 60, y su sustitución por unos más similares a los originales con teja árabe.

La plaza volvería, a grandes rasgos, a su aspecto primitivo. Por ello la estatua de Felipe III también sería retirada y trasladada a la Casa de Campo, donde se situó previamente.

Sin embargo, un elemento sí que habría sido eliminado de los rasgos originales: se planteó la modificación del suelo de adoquines. A pesar de ser una imitación del pavimento concebido por Juan Gómez de Mora, resulta bastante incómodo para el viandante. Pero el cambio no se debía principalmente a esta razón. Y es que el actual suelo propicia la creación de charcos que hacen que el espacio sea más húmedo, lo que afecta negativamente al aparcamiento situado bajo la plaza.

Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid.
Francisco Rizzi, 1690
Uno de los actos que se realizaban en la Plaza Mayor,
para los cuales se colocaban las gradas comentadas
También se pensaba incorporar algún tipo de grada “para acentuar el carácter escénico de la Plaza Mayor, porque tal fue su principal papel a lo largo de la historia”. En esta misma línea, se incluirían actuaciones para mejorar la acústica del enclave, y “toldos para guarecer durante los espectáculos al público del calor u otras inclemencias”.

Dos cosas quedaban en el aire en la presentación del Plan. Por una parte, quedaba incierto el futuro de las pinturas de Carlos Franco de la Casa de la Panadería. Si bien es cierto que han resistido bien sus años de existencia (fueron pintadas en 1992) y que se trata de un relato barroco sobre la mitología madrileña, no se aseguraba que no fueran a ser suprimidas con el fin de volver a la fisonomía original.

Por otra parte, no se aseguraba si iba a incluir o no una cúpula de cristal como la de la Puerta del Sol que diera acceso desde la misma plaza al mismo intercambiador, pudiendo acceder de esta manera desde la Plaza Mayor a la estación de Sol.

El proyecto, concebido siendo aún alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, no fue bien acogido entre l@s madrileñ@s y cayó pronto en el olvido, engrosando así nuestra lista de El Madrid que no fue.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Madrid 1972, el primer sueño olímpico

Tod@s conocemos los intentos de Madrid por hacerse con los Juegos Olímpicos en estos últimos años, pero el sueño olímpico de nuestra ciudad comienza mucho antes.

1. Madrid solicita los Juegos de la XX Olimpiada
Nos remontamos a octubre de 1965. Durante ese mes se celebra en Madrid la asamblea del Comité Olímpico Internacional (COI), y es el presidente del COI en persona, Avery Brundage, quien comenta que una candidatura española para los Juegos Olímpicos de 1972 sería muy bien vista, y además tendría muchas posibilidades de ganar. Sin embargo los plazos eran más que cortos puesto que la inscripción para la candidatura finalizaba el 1 de enero de 1966, con lo cual la preparación de la misma tendría que ser más que precipitada.

En ese mismo octubre, Barcelona aprovecha la oportunidad y presenta su aspiración a candidatura, tras las fallidas de 1924, 1936 y 1940. Y ya casi con los plazos terminados, el 18 de diciembre, el pleno municipal de Madrid también presenta la suya, según se dice, impulsada por el entonces alcalde Arias Navarro, e incluso por el mismo Franco.

El Comité Olímpico Español (COE) se encuentra entonces con una difícil decisión, y en un primer momento parece que las dos aspiraciones a candidaturas van a quedar descartadas. Sin embargo, el 24 de diciembre de 1964, el COE decide, en una votación polémica a la que los representantes catalanes no pueden acudir, que Madrid sea la ciudad presentada como candidata para los Juegos Olímpicos de 1972. Madrid se convierte por primera vez en la historia en candidata a unos JJOO.

2. Plano de Madrid en 1966 con la ubicación de las
instalaciones existentes y previstas, la Villa Olímpica al
norte, y una proyectada ronda de circunvalación
El dossier oficial de la candidatura prácticamente se improvisa, ya que el 1 de enero tiene que quedar presentado ante el COI. Un dossier en el que no se da ninguna cifra de presupuesto, y varias sedes quedan un poco en el aire (por ejemplo, la Plaza de Toros de las Ventas se postula como sede para algún deporte, pero en ningún momento se especifica cuál).

Un total de 19 recintos deportivos eran los que acogerían estos JJOO en la capital. 15 de ellos ya estaban construidos. Otros 6 se levantarían para el 72: una piscina para 12.000 espectadores, un pabellón para 10.000, un velódromo para 6.000 ampliable a 20.000, dos polígonos de tiro, y, por supuesto, el estadio olímpico para 100.000 personas. Todos estos recintos se situarían al oeste de la ciudad: Ciudad Universitaria, Casa de Campo, Zarzuela, Club de Campo, Puerta de Hierro y Parque Sindical Deportivo. Al norte (barrio de Fuencarral) se encontraría la Villa Olímpica (ver foto 2).

Los recintos que ya estaban construidos y se aprovecharían para el evento serían el Estadio de Vallehermoso, el Estadio Santiago Bernabéu, el Estadio Manzanares (actual Vicente Calderón), el Palacio de Deportes, el Hipódromo de la Zarzuela o la Ciudad Deportiva del Real Madrid (hoy Cuatro Torres Business Area) entre otros. (Ver foto 3)
3. Dossier de la candidatura con las instalaciones propuestas
La vela se ubicaría en Barcelona, y el remo y el piragüismo en el madrileño pantano de San Juan.

En lugar de la aportación específica de datos, lo que se ofrecía eran detalles de lo que la ciudad podría ofrecer a los visitantes: desde una Gran Vía repleta de neones o unos bloques de viviendas del “nuevo Madrid” a una apacible tarde de barcas en el estanque del Retiro, que recuerda mucho al famoso “relaxing cup de café con leche en Plaza Mayor” de Ana Botella para la candidatura de 2020.

En el dossier también se hablaba de la experiencia de Madrid acogiendo eventos deportivos, poniendo como ejemplo los Juegos Iberoamericanos de 1962, los Juegos Nacionales Sindicales, y el Campeonato de Europa de baloncesto.

Los Juegos se realizarían del 25 de agosto al 10 de septiembre de 1972 para evitar así el calor. 200.000 personas acudirían cada día a presenciar estos eventos deportivos.

Como decimos, el dossier era poco más que un libro ingenuo y poco elaborado de lo que podrían ser los JJOO en Madrid, pero sin datos concretos y aportando ideas generales. Bien es cierto que en aquella época el COI no era tan exigente como lo es ahora, y no se cuestionaba si un país sería capaz de afrontar las sumas de dinero necesarias para un proyecto como éste.

Las candidatas finales fueron 4: Detroit, Montreal, Munich y Madrid. La votación también estaba cerca, ya que se celebraba el 26 de abril de 1966.

4. En el dossier se destacan las buenas comunicaciones de Madrid
Cuando se acercaba el día en que se conocería al ganador y contra todo pronóstico, la favorita era clara: Madrid. A pesar de la falta de informes del proyecto, nuestra ciudad se postulaba como la preferida sin ninguna duda. Y es que Detroit y Montreal quedaban prácticamente descartadas desde un primer momento, puesto que desde 1960 no se celebraban unos JJOO en Europa (en Roma, concretamente), y en 1972 todos apostaban por la vuelta del evento al viejo continente.
La decisión estaba, por tanto, entre Munich y Madrid. Sin embargo, ningún país comunista tenía pensado apostar por una ciudad de la República Federal de Alemania (RFA) por razones políticas, y además España recibiría el apoyo de todos los países iberoamericanos y árabes.

En contra de lo que se pueda pensar, en Madrid no se dispara la euforia. Más bien todo lo contrario. No hay que olvidar que España en 1972 se encuentra aún bajo la dictadura franquista. El intento de convertir a Madrid en Ciudad Olímpica es entonces más un motivo político que un deseo real. Y es que lo que se pretendía era vender la imagen de Madrid y de España como un destino moderno y renovado de cara al público, pero en ningún momento se tiene la intención real de ganar esa competición.

5. Logotipo de la candidatura Madrid 1972
Horas antes de la votación final, y viendo que Madrid es prácticamente la ganadora, empieza a circular la noticia de que el Ministro de la Gobernación español, Camilo Alonso Vega, va a retirar a la ciudad de la carrera olímpica sin dar explicación ninguna. No gustaba la idea de visitantes de todos los países, incluidos los de países comunistas, paseando por las calles de la Villa y Corte, y menos aún la de periodistas haciendo de Madrid el centro de todas las noticias durante 15 días.

La ciudad no se retira, pero se da a entender que el Gobierno no apoyará los gastos de la Candidatura, y a la votación final ni siquiera acude el alcalde Arias Navarro.

A esa votación se lleva una maqueta del “nuevo Madrid”, que ya contaría con 2,6 millones de habitantes. Dicha maqueta no cabía en la bodega del avión, y por poco se queda en el aeropuerto de Barajas, si no es porque finalmente se sierran las patas de la misma.

Ante tanta dejadez, es Munich la que se convierte en ganadora con 31 papeletas, y Madrid, a pesar de querer retirarse de la carrera, queda segunda recibiendo unos honrosos 16 votos.

Una pena que todo se hiciera de esta forma, ya que habría sido una oportunidad perfecta para proyectar internacionalmente nuestra ciudad.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

La Torre del Espectáculo

“Madrid necesita un mirador”. Bajo este sugestivo lema, el diario “El Alcázar” animaba a estudiantes y arquitectos en 1966 a presentar sus proyectos para la creación de un mirador en la capital, con la esperanza de que el mismo fuera tan llamativo que finalmente se aprobara su construcción.
El diario proponía los pinares de Rodajos, en la Casa de Campo, como el lugar idóneo por sus vistas al perfil de la urbe. 

Se convocaba, textualmente, debido a “la epidemia de torres y miradores en toda Europa”. Sin embargo, precisamente hasta el año siguiente, era un edificio madrileño, la Torre de Madrid, el más alto de toda Europa.

Casto Fernández-Shaw Iturralde
Fueron muchos los proyectos que llegaron a la redacción de “El Alcázar”. Sin embargo uno llamó especialmente la atención desde el principio.

Casto Fernández-Shaw Iturralde (1896-1978) fue un arquitecto  y urbanista madrileño, exponente de la corriente del racionalismo. Trabajó en el estudio de Antonio Palacios (de quien ya hablamos anteriormente en el post de su proyecto de la Puerta del Sol), y coincidió allí con Pedro Muguruza (que se encargó de las obras de la reconstrucción de la Ciudad Universitaria y del Valle de los Caídos).

Fernández-Shaw es ya en 1966 bien conocido en Madrid por haber construido edificios tales como la gasolinera de Petróleos Porto Pi (hoy restaurada pero aún existente en la calle de Alberto Aguilera), el edificio Coliseum de la Gran Vía, o el Mercado de San Fernando de la calle Embajadores.

Por eso es llamativa su participación en esta propuesta de “El Alcázar”, al que envía un insólito proyecto denominado "la Torre del Espectáculo".

Se trataría de una torre de 500 metros que casi cuadriplicaría la altura de la ya mencionada Torre de Madrid. La base tendría 330 metros de diámetro, y en la parte más elevada se hallaría un restaurante y, por supuesto, unas terrazas que harían que el sueño de ese mirador de la Casa de Campo se hiciera realidad.

Proyecto de la Torre del Espectáculo
Hasta un cierto nivel, se podría subir a la torre con el propio automóvil y realizar compras desde él. Pero no fue esto lo que entusiasmó a los técnicos de aquellos años.

Y es que lo sorprendente es que en la planta principal del edificio habría un campo de fútbol reglamentario, y sobre él más salas para otras competiciones deportivas, teniendo este "estadio" una capacidad para 45.000 personas.

Sobre el mismo habría un circo, cuyos espectáculos podrían disfrutar otras 15.000 personas. Además, un cine, una sala de conciertos e incluso una piscina. La capacidad total de la torre, incluyendo el resto de pisos, las terrazas y el restaurante, llegaría a las 100.000 personas.

Una oleada de críticas favorables a la construcción del edificio ocupó páginas y páginas de periódicos.


El ingeniero jefe de los servicios de radiodifusión y televisión del Ministerio de Información y Turismo dijo que la creación de la torre era muy urgente con la esperanza de que sirviera también como torre de comunicaciones, ya que Torrespaña (el Pirulí), no se inauguró hasta 1982.
El Presidente de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, a su vez, comentaba que habría que construirla cuanto antes para que el arquitecto no llevara su proyecto a otro lugar.

Proyecto de la Torre del Espectáculo
Fernández-Shaw aspiraba a que su torre se convirtiera en el centro de una exposición mundial de 20 países que en el año 1992 celebrarían el V centenario del descubrimiento de América, la cual finalmente se celebró en Sevilla.

A pesar de todas las opiniones a favor (y alguna en contra, como la del también arquitecto Miguel Fisac), la torre nunca llegó a construirse.

Por cuestiones del azar, es en 1992 cuando Madrid consigue su mirador a la ciudad, y no es por el V centenario del descubrimiento de América, sino porque ese año la Villa y Corte acoge el título de Capital de la Cultura Europea. Como conmemoración se erige la “Torre de Iluminación y Comunicaciones del Ayuntamiento de Madrid”, más conocida como el Faro de Moncloa (110 metros de altura).

Sin embargo, la maldición en cuanto a miradores continúa. Y es que, tras varios problemas y falta de conservación, fue cerrado en 2008 por incumplir la normativa de seguridad, y a noviembre de 2014 y tras una costosa, costosísima reforma, el Faro sigue cerrado a la espera de que alguien se interese en comprarlo para convertirlo en restaurante.

La pregunta es obligada... ¿es necesario un mirador como la Torre del Espectáculo en Madrid, o es más que suficiente con el Faro de Moncloa (una vez reabra sus puertas)?

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Proyecto de ampliación de la línea 11 de Metro

El 17 de octubre de 1919, el rey Alfonso XIII inaugura el trayecto Sol-Cuatro Caminos de la línea 1 del Metro de Madrid. Se trata del pistoletazo de salida a una carrera que lleva a Metro de Madrid a convertirse en lo que es hoy: la segunda red de metro de la Unión Europea, la octava del mundo, y una de las que más ha crecido en estos últimos años, llegando algunas líneas a muchos de los municipios cercanos a la capital.

Entre 1995 y 2007, la red se extendió de manera muy rápida. Sin embargo, algunos de los proyectos más ambiciosos no se pudieron llevar a cabo, y actualmente han quedado descartados, o al menos apartados temporalmente debido a la crisis económica.

La línea 6, que todo el mundo conoce como línea circular, es un cinturón que rodea la ciudad en metro tal y como hace la M-30 por carretera.
Por tanto, no es de extrañar que, de la misma manera que existe un segundo cinturón en las carreteras madrileñas, la M-40, surgiera la idea de una segunda línea circular que fuera completando el mapa del metropolitano en forma de telaraña.

Ya en 2006 esta idea comenzó a reflejarse en proyectos que trataban de llevar a cabo esta ardua tarea. Pero al tratarse de un cinturón tan amplio, el número de kilómetros también sería importante. Por este motivo se decidió trazar, al menos en un primer momento, sólo un semicírculo. La tarea de esta línea sería fundamentalmente descongestionar la línea 1 en el tramo Sol-Pacífico, y la línea 6 en la zona sur.

Lo curioso es que para esta M-40 del metro se utilizaría la existente línea 11. La misma era en 2006 la más corta de la red de Metro (sin contar el Ramal Ópera-Príncipe Pío). Y es que la línea 11 sólo tenía 3 paradas: Plaza Elíptica, Abrantes y Pan Bendito.

Por una parte la línea se ampliaría por el sur, y de hecho se amplió de 2007 a 2010. Actualmente, tras Pan Bendito, se puede llegar a San Francisco, Carabanchel Alto, La Peseta, y finalmente a La Fortuna, contando así con 7 paradas.

La ampliación más ambiciosa se llevaría a cabo por el norte, favoreciendo especialmente a los distritos de Arganzuela y Retiro. Y es que esta línea recorrería gran parte de la ciudad y se convertiría en la más larga de todas las existentes.

La cabecera norte, en lugar de situarse en Plaza Elíptica, se movería hasta Avenida de la Ilustración, donde se podría hacer trasbordo con la línea 7. 
De ahí se iría poco a poco completando el semicírculo con las siguientes paradas: Herrera Oria (enlace con línea 9), Ramón y Cajal, Monforte de Lemos, Chamartín (una de las más importantes de la línea, ya que conectaría con líneas 1 y 10 de metro, pero también con Cercanías RENFE y trenes de larga distancia en la estación de ferrocarril), Costillares, Atalaya (nueva estación que acogería las líneas 8 y 11), Arturo Soria (línea 4), San Juan Bautista, El Salvador, Ciudad Lineal (línea 5), Ascao (línea 7), la Elipa (línea 2), Marqués de Corbera, Sáinz de Baranda (líneas 6 y 9), Niño Jesús, Atocha Renfe (línea 1, Cercanías, y la otra gran estación de ferrocarril de Madrid), Palos de la Frontera (línea 3), Puente de Praga, y volvería a enlazar con Plaza Elíptica (línea 6), para juntarse con la ya existente línea 11.

Habría sido una línea con un total de 28 estaciones para la que comenzaron a prepararse ya algunos detalles. Por ejemplo, la estación de metro de Chamartín se amplió en 2007, y se construyeron dos andenes, actualmente sin servicio, con vistas al nuevo proyecto.
Más de 20 kilómetros nuevos de recorrido, que habrían costado unos 392 millones de euros.

En principio, antes de 2020 l@s madrileñ@s podrían haber disfrutado de esta nueva ampliación. Pero la crisis económica hizo que el proyecto se guardara en un cajón que no sabemos si se volverá a abrir.

La última noticia en relación a la línea 11, sin embargo, no ha sido muy positiva. Y es que en abril de 2014 la Unión Europea criticó la ampliación realizada, porque apenas es utilizada por el 18% de los usuarios que el Gobierno regional previó al solicitar fondos a Bruselas para construirla.

Por ello hoy preguntamos, ¿qué te habría parecido la ampliación por el norte de la línea 11? ¿Un proyecto necesario, o un gasto inútil?

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El monumento a Alfonso XIII

El Paseo de la Castellana es uno de los más conocidos por los madrileños. Sus repetidas ampliaciones han dado lugar a una de las calles más largas y representativas de la ciudad. Si bien es cierto que su origen data de los siglos XVII y XVIII al ver la luz el Paseo del Prado y el de Recoletos, su urbanización en la zona norte no finaliza hasta el siglo XX. De hecho las Cuatro Torres cierran este espacio al final del Paseo desde hace sólo unos años, ya en el siglo XXI.
Alberto de Palacio y Elissague

Como decimos, sus ampliaciones se han ido llevando a cabo por tramos. Los proyectos más famosos han sido el Plan Castro en 1857, el de Núñez Granés de 1910, y el Plan Bidagor entre 1941 y 1946.

En el primer cuarto del siglo XX, durante el reinado de Alfonso XIII, se planea el ensanche norte del Paseo de la Castellana que, basado en el Plan de Núñez Granés, hace que se urbanice incluso la actual zona de Nuevos Ministerios. Es lo que da lugar a que posteriormente, en 1933, se derribe el Hipódromo de la Zarzuela, y en ese mismo lugar se construyan los Nuevos Ministerios, obra que finalizó ya en 1942.

Todo esto es el Madrid que fue, pero... ¿qué hay del que no fue?

Lo cierto es que en la zona en que se ubicaba el Hipódromo, en un primer momento no estaba planeado que se construyera el edificio de los Nuevos Ministerios.

Alberto de Palacio y Elissague fue un arquitecto del que ya hablamos en la entrada “El monumento a Colón de Alberto de Palacio”. Se trata de un personaje muy ambicioso que planeó en Madrid más de un proyecto de grandes dimensiones.

Hoy volvemos a hablar de él porque fue el encargado de diseñar el monumento a Alfonso XIII. Y es que este rey, como la práctica totalidad de los monarcas españoles, encargó un monumento de su persona para que su figura no se olvidara fácilmente.

Recreación del monumento a Alfonso XIII,
de "El Madrid no construido"
El monumento consistiría en un basamento con una gran puerta de ingreso. Habría una colosal fuente con cascadas de una altura de un séptimo piso sobre la cual se alzaría la estatua ecuestre de Alfonso XIII, hecha en bronce y presidiendo toda la obra, la cual alcanzaría los 40 metros de altura.

Las inmensas cascadas, cuatro en total, semejarían bóvedas acrisoladas de forma variadísima, con el fin de producir efectos visuales cuando estuvieran bañadas por los rayos solares.

Por si todo esto fuera poco, también serviría como palacete, y es que en su interior habría un gran salón para recepciones y conciertos, todo ello con balcones y galerías para poder admirar las vistas en todas direcciones, y como remate, una bóveda con la bandera española.

Esta construcción estaría rodeada por unos imponentes jardines en un espacio perfectamente circular de 200 metros de diámetro, y el conjunto se convertiría en una isla, rodeada a forma de anillo por la ampliación del Paseo de la Castellana, justo por donde hoy pasa esta avenida a la altura de los ya mencionados Nuevos Ministerios.

Monumento a Alfonso XIII en el Paseo de la Castellana
Desde el Paseo, además de poder admirarse en todo su esplendor el grandioso monumento, se podrían adivinar las fuentes, flores de colores y bustos de reyes y personajes célebres que asomarían en los jardines.

El 13 de junio de 1915, Alberto de Palacio escribe una carta a su hijo, en la que le explica que Alfonso XIII se quejaba sin cesar de la poca ambición de los arquitectos a los que encargaba la ampliación del Paseo de la Castellana, hasta que Núñez Granés presenta su ampliación, y el Rey dice que si finalmente se lleva a cabo, se convertirá en el mejor paseo del mundo.

Sin embargo, tanto el monumento como el parque de Alfonso XIII nunca fueron construidos. Hasta 1933 no se derribó el Hipódromo para poder prolongar la Vía, pero en ese año, el que había sido rey ya no se encontraba en España. El 12 de abril de 1931, las elecciones municipales dieron la victoria a las candidaturas republicanas, y el 14 de abril del mismo año se proclamó la II República, mientras el antiguo monarca abandonaba el país. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El edificio Carrión

La Gran Vía es un hito que marca un antes y un después en la historia madrileña. Son tantos los edificios a destacar que por lo general es difícil elegir uno, y por ello se suele hablar de la calle en su conjunto. Sin embargo, cada uno de esos edificios tiene su historia, su proyecto independiente del resto.

1. Proyecto de Luis Gutiérrez Soto
Es el 4 de abril de 1910 cuando, en presencia del alcalde de Madrid, José Francos Rodríguez, el presidente del gobierno, José Canalejas, y la familia real con Alfonso XIII a la cabeza, se comienzan oficialmente las obras de demolición de las antiguas calles, edificios e iglesias, para construir la Gran Vía.

La misma se divide desde el comienzo en 3 tramos, tanto en períodos de construcción como en disposición. El primero iría desde el actual edificio Metrópolis (donde antes se situaba la “Casa del Ataud”) hasta la Red de San Luis, junto al edificio Telefónica. El segundo tramo, de ahí hasta la plaza de Callao. El último llegaría hasta su fin en Plaza de España.
2. Proyecto de Emilio Paramés con
J. Rodríguez Cano. Fotomontaje

Hoy vamos a hablar del primero de los edificios del tercer tramo de la vía, el edificio Carrión.

En el lugar en que hoy se encuentra el posteriormente llamado edificio Capitol, más que conocido por su cartel de Schweppes, se situaba un terreno propiedad del marqués de Melín, don Enrique Carrión y Vecín (de ahí el nombre de edificio Carrión). El mismo estaba situado junto a la plaza de Callao, con esquina a la calle Jacometrezo y Gran Vía.

3. Proyecto de Manuel
de Cárdenas
El marqués decidió convocar en 1931 un concurso privado entre varios arquitectos para la construcción de un edificio que se convirtiera en un hito para Madrid, pero también que fuera de su agrado, tarea nada fácil. Las seis candidaturas fueron de:
-         1. Luis Gutiérrez Soto, que formó parte en la llamada Generación del 25
-         2. Emilio Paramés con J. Rodríguez Cano
-         3. Manuel de Cárdenas
-         4. Eduardo de Garay con Juan de Zabala
-         5. Luis Martínez Feduchi con Vicente Eced
-         6. Pedro Muguruza

4. Proyecto de Eduardo de Garay
con Juan de Zabala
En el momento, el arquitecto más conocido, además de Luis Gutiérrez Soto, era probablemente Pedro Muguruza (1893-1953), por obras como, por ejemplo, la terminal de la Estación del Norte, o el vecino Palacio de la Prensa, aunque fue años después cuando realizó obras como la reconstrucción de la Ciudad Universitaria tras la Guerra Civil, o el proyecto del Valle de los Caídos.

Como el solar era irregular, se requería un chaflán, un plano recto en lugar de una esquina en la plaza de Callao, o eso pensaron tanto Pedro de Muguruza como Manuel de Cárdenas. Los otros cuatro de los proyectos se idearon con el remate de manera curva, dando un carácter expresionista al edificio y acentuando su horizontalidad.
5. Proyecto de Luis Martínez
Feduchi con Vicente Eced

Los seis diseños fueron presentados en la revista “Arquitectura” en junio de 1931, y se daba a conocer en ella la planta y el alzado propuestos.

El diseño de Pedro Muguruza era, para muchos, el idóneo, porque respetaba su obra del Palacio de la Prensa, y ponía los dos edificios en armonía, como se puede apreciar en la fotografía número 6. El lenguaje clásico con pilastras, balaustradas, tondos, arcos y molduras, hacían que esta construcción completara el conjunto con la anterior.

El arquitecto hizo varios cambios en el diseño, pasando, por ejemplo, de una portada con un arco de medio punto en la planta baja a una apertura rectangular. Posteriormente, volvió a cambiar esta entrada por una sucesión de columnas, y por último, por arcos de medio punto entre pilastras.

6. Proyecto de Pedro Muguruza
junto a Palacio de la Prensa.
Fotomontaje de Carlota Bustos en 
"El proyecto de Pedro Muguruza
para el concurso del edificio Carrión
en la configuración del tercer tramo
de la Gran Vía", concursos de arquitect.,
actas del XIV Congreso de Expresión
Gráfica Arquitectónica, Univ. de 
Valladolid, 2012, pp 333-338
Sin embargo, no es Pedro Muguruza quien gana el concurso. Tampoco Luis Gutiérrez Soto, como se podría pensar.

Y es que llegó el día en que el marqués tenía que decidir qué proyecto autorizaría para ser realizado en su solar... y descartó los seis. Ninguno fue de su agrado y se declaró nulo el concurso, así que todos quedaron en papel y nunca vieron la luz.

Edificio Carrión
Finalmente, don Enrique Carrión y Vecín contrató a Feduchi y Eced, que habían presentado conjuntamente uno de los diseños, y les hizo directamente el encargo para que hicieran un proyecto nuevo que guarda, sin embargo, mucha semejanza con el que ya habían presentado anteriormente, en un estilo claramente expresionista (inspirado en el expresionismo alemán y con forma de barco). Una elección personal del marqués que, como tantas otras a lo largo de la historia, han cambiado para siempre la fisonomía de nuestra ciudad.

Y a ti, ¿cuál de los seis te parece el más indicado para esa situación?
¿Fue acertada la decisión del marqués?