miércoles, 2 de diciembre de 2015

La Casa de Correos y Telégrafos

Uno de los edificios más imponentes de la capital es, sin duda alguna, el “Palacio de Telecomunicaciones”, desde 2011 denominado “Palacio de Cibeles” por su ubicación frente a la famosa fuente de Ventura Rodríguez. Sin embargo, no fue éste el único proyecto que se barajó para ese emplazamiento.

Plaza de Castelar, hoy plaza de Cibeles, en 1890
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A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la plaza de Cibeles no era muy diferente a como lo conocemos hoy en día. El Palacio de Buenavista, levantado en 1767, el edificio del Banco de España, inaugurado por el niño que llegaría a ser el rey Alfonso XIII y su madre, la reina regente María Cristina en 1891, y el Palacio de Linares, finalizado en 1900, protegían a la diosa Cibeles ya situada en el centro de la plaza, en su ubicación actual (recordemos que desde su instalación en 1782 y hasta 1895 la fuente se encontraba a la entrada del Paseo de Recoletos, mirando hacia la fuente de Neptuno).
Sin embargo, faltaba un edificio en este entorno, el espectacular “Palacio de Cibeles”.

A principios del nuevo siglo, el Estado convocó un concurso abierto para la construcción de una Casa de Correos y Telégrafos en el centro de Madrid, sustituyendo a la antigua Real Casa de Correos de la Puerta del Sol.
Hasta ese momento, en la zona sureste de la Plaza de Cibeles (plaza de Castelar en aquel entonces, plaza de Madrid hasta 1900) se ubicaban los Jardines del Buen Retiro, mucho más grandes que el actual Parque del Buen Retiro, en el antiguo conjunto de recreo anexo al Palacio del Buen Retiro.

Como ya podrás imaginar, esta nueva Casa de Correos y Telégrafos, se ubicaría en un pedazo de estos Jardines, en los colindantes a la plaza de Cibeles.
Las bases eran claras: un gran edificio no superior a cinco pisos que, dando sus fachadas a la calle de Alcalá, Paseo del Prado y plaza de Cibeles, acogiera los servicios de correos, telégrafos y teléfonos.

Fueron tres los proyectos que se presentaron hasta noviembre de 1904, cuando se cerró el concurso, todos ellos de gran calidad e interés.

Proyecto de Joaquín Saldaña y Jesús Carrasco
El primero de ellos, de estilo francés Luis XV, de Joaquín Saldaña y Jesús Carrasco, parecía uno de los favoritos. El motivo es que, según los expertos, tenía las fachadas más estudiadas y mejor diseñadas de los tres proyectos. Esto también tenía una desventaja: su coste de 5.152.477,91 pesetas era el más elevado de los presentados.
La Academia de Bellas Artes de San Fernando consideró erróneo, sin embargo, el planteamiento que los arquitectos habían hecho del edificio. Y es que lo habían configurado para que en un futuro pudiera ser utilizado como Ministerio, algo que no gustó a la Academia.

Proyecto de Luis Montesinos y Felipe Mario López Blanco
El segundo proyecto, de Luis Montesinos y Felipe Mario López Blanco, de concepción anacrónica, fue sin duda el más polémico, como después veremos.
Se trataba de un edificio sobrio que seguiría el sistema americano al no colocar patios en su interior, aunque sí ventiladores y abundante luz eléctrica. Aunque en la actualidad se apuesta por los grandes ventanales para conseguir así luz natural, en la época la moda era construir edificios que gozaran de un buen sistema de alumbrado eléctrico.
Su creación costaría a las arcas públicas un total de 4.736.211 pesetas.

Proyecto de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi
El tercer proyecto fue el presentado por Antonio Palacios y Joaquín Otamendi. El hecho de que su presupuesto fuera el más bajo (4.499.906,99 pesetas), no hacía que el edificio fuera menos vistoso. De hecho era, posiblemente, el más monumental de los tres. Todos los servicios públicos se reunirían bajo una rotonda en la planta baja, y se pedía un mínimo de 4 años para ejecutarlo.

Hay que tener en cuenta que en 1904, la figura de Antonio Palacios y Joaquín Otamendi no era tan popular como lo es hoy en día, y se trataba de una pareja de jóvenes e inexpertos arquitectos.

La decisión fue tomada por unanimidad por los miembros de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y como es bien sabido, el proyecto ganador fue el de Palacios y Otamendi.
Maqueta en escayola del proyecto de Palacios y Otamendi.
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El segundo resultó el de Carrasco y Saldaña porque, según el fallo, se habían pospuesto los servicios de atención al público, algo vital para el nuevo edificio.  Sin embargo, se alabó el informe de las fachadas.
Por último, en tercer lugar quedó el de López Blanco y Montesinos, al que se criticaba por no adaptarse a los servicios requeridos por el edificio.

El proyecto ganador se había presentado incompleto, con falta de documentación y de detalles, pero según la comisión, se estaba ante “el producto de una creación genial”. Por ello se les otorgó a los autores el plazo de un mes para concretar su atrevida propuesta.

Una vez los miembros del jurado fallaron a favor de Palacios y Otamendi, surgió la polémica, como antes comentábamos.
Construcción de la Casa de Correos y Telégrafos
Montesinos y López Blanco, cuyo proyecto había quedado segundo, parece que no toleraron la decisión de la Academia. Por este motivo elaboraron un folleto de 75 páginas en el que explicaban por qué su propuesta no había sido la ganadora para que “la cuestión fuera conocida por la prensa”.

En este escrito, más que defender su creación, trataban de criticar la de Palacios y Otamendi. Sin nombrar específicamente ese proyecto, comentaban que el presupuesto de otras propuestas era inverosímil, que la suya era más práctica que “algunas”, que en un edificio público no habría que poner decoración propia de un palacio

Palacio de Cibeles en la actualidad
De cualquier manera, el Palacio de Comunicaciones, apodado cariñosamente en la época por los madrileños como “Santa María de las Comunicaciones” por su monumentalidad propia de una catedral, comenzó a construirse en 1907, y se finalizó en 1919, llegando a nuestros días como una de las construcciones de más interés y más impactantes de nuestra ciudad. Según los propios arquitectos, se trataba de construir “un edificio para el público”, algo que lograron con creces, puesto que a día de hoy está abierto a todos los ciudadanos como Centro Cultural CentroCentro, y por supuesto, desde principios del siglo XXI como sede del Ayuntamiento de Madrid.

3 comentarios:

  1. ¡Hola David!
    Gracias por tu blog, es muy interesante y siempre lo espero con interés. En cuanto al de hoy,
    es razonable que les gustara más el proyecto de Antonio Palacios, pues es muy bonito.
    Un saludo.

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  2. Enhorabuena David, soy Ángel Carbonell otro bloguero, enamorado de la Historia de Madrid y Valencia, me ha encantado tu articulo. Bravo!

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