miércoles, 8 de julio de 2015

La Plaza de Oriente de González Velázquez

José I de España, José Bonaparte, reinó en nuestro país desde 1808 hasta 1813. Mucho se ha escrito sobre su período como monarca, cuestionando cada una de las medidas que decidió tomar, ya sea para bien o para mal.

Planos de la Plaza de Oriente de Tomás López (1785)
y su hijo Juan López (1812). Comparación.  atacama.es
Entre varios apodos, como Pepe Botella, destaca el de “El rey Plazuelas”. Y es que, especialmente en Madrid, se pudo ver cómo la fisionomía de la ciudad cambiaba en unos pocos años.

José Bonaparte, al llegar desde Francia, descubre que la capital de España es bastante diferente a las ciudades que conoce. Entre otras cosas, se da cuenta de que no existen casi plazas, constituyendo el centro histórico una auténtica maraña de callejuelas estrechas y oscuras. Por este motivo, decide derribar casas e iglesias para abrir nuevos espacios públicos.

Evolución de la Plaza de Oriente.
tallerdevivencias.blogspot.com
Gracias a esta decisión, los madrileños podemos disfrutar a día de hoy de plazas como la Plaza del Rey, la de Santa Ana, la de la Cebada, y la de Isabel II. Sin embargo, la más controvertida y ambiciosa fue la Plaza de Oriente. Se pretendía abrir un gran espacio desde el que poder admirar toda la grandiosidad del Palacio Real. Se retomaba así la primitiva idea de los arquitectos Giovanni Battista Sachetti y Francesco Sabatini, de los que ya hablamos en el post “El Palacio Real de Filippo Juvara”.

En 1809 comienzan los derribos, dirigidos por Juan de Villanueva, al sur y este del Palacio. Varias manzanas de viviendas, el convento de San Gil, la iglesia de San Juan, y el pasadizo del monasterio de la Encarnación, donde se encontraba la Biblioteca Real, desaparecieron del mapa urbano de la capital.

Maqueta del proyecto de la Plaza de Oriente de
Isidro González Velázquez. Museo de Historia de Madrid
A la vuelta de Fernando VII, la plaza aún no estaba urbanizada, y así quedó durante muchos años. Fue en 1832 cuando Isidro González Velázquez, arquitecto que ya mencionamos en el artículo “Pirámide a las víctimas del Dos de Mayo”, presenta un proyecto que se le había encargado.

Se trataba, por supuesto, de la urbanización de la Plaza de Oriente, la cual el importante arquitecto concibe como un espacio de estética clasicista.

Siguiendo el pensamiento de Sachetti, configura una construcción descubierta de planta circular que se integra a la perfección con la residencia borbónica, al otorgarle González Velázquez un aspecto palaciego.

Maqueta del proyecto de la Plaza de Oriente de
Isidro González Velázquez. Museo de Historia de Madrid
En el centro de la misma se situaría una pequeña exedra, desde la cual se podría admirar, hacia el oeste, el Palacio Real, y hacia el este, el edificio que presidiría la nueva Plaza de Oriente. Y es que sería el Teatro Real el que gobernaría este gran espacio, abrazando metafóricamente la plaza.

Sin embargo, años después, exactamente en 1844 y ya durante el reinado de Isabel II, se decidió construir el proyecto de Narciso Pascual y Colomer, que es el que conocemos en la actualidad. Un proyecto bastante menos monumental, pero más práctico.

Una interesante maqueta del proyecto de González Velázquez se encuentra hoy en día en el Museo de Historia de Madrid, en la calle Fuencarral, con lo que si aún no lo conoces, quizás sea esta la excusa perfecta para ir a visitarlo. ¿Te animas?

2 comentarios:

  1. madre mia!!yo no sabía esto,que fuerte!de lo que se entera uno aquí,osea que gracias a José Bonaparte tenemos todas esas plazas?

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    1. ¡Hola, Josele!
      Eso es, por una parte es cierto que derribó muchos edificios históricos, pero por otra, lo hizo para abrir en esos lugares plazas en el centro de la ciudad, sin las que ahora Madrid sería menos habitable.
      ¡Gracias por el comentario!

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