Hoy, primer miércoles del año, os queremos felicitar este 2017 a todos los lectores como
corresponde, con un nuevo artículo de “El Madrid que SÍ fue”.
En este post hablaremos del Palacio de Oñate, uno de los palacetes del centro de Madrid
tristemente desaparecidos, y que sin
embargo, ha sido testigo de importantes acontecimientos de la historia de la
capital.
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1. Plano de Teixeira, 1656. Detalle del Palacio de Oñate |
Nos remontamos al siglo
XVI. Algunas de las familias
nobiliarias más importantes de España llegaron en esas fechas a Madrid para
asentarse permanentemente en la urbe, puesto que desde 1561 se había convertido en la capital
del país. Por eso, en el centro de la población se podían encontrar algunos de
los palacetes más interesantes de la
época.
Así, a finales del siglo se construyó el que se conocería
como “Palacio de Oñate” en una zona
céntrica de la ciudad, lo que hoy sería una parte de la Puerta del Sol, entre las calles Mayor, Arenal y Travesía del
Arenal. Sin embargo, en la época, el edificio no se asomaba a la Puerta del Sol
porque existía otro inmueble hacia la plaza, la casa del licenciado Melchor
Molina, conocida como la Torrecilla de la Puerta del Sol. Un pequeño callejón
separaba estos dos edificios, el callejón
de la Duda (ver imagen 1).
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2. Fachada del Palacio de Oñate |
El acceso principal del después conocido como Palacio de
Oñate, como no podía ser de otra manera, se situaba en la calle Mayor, y destacaba su austeridad
y elegancia, propias de la arquitectura típica de los Austrias. Un palacio, en general, muy acorde con el barrio en que
se encontraba (ver imagen 2).
Sin embargo, hasta el siglo XVII, el Palacio era propiedad
del condado de Villamediana. Juan de
Tassis y Peralta, II Conde de Villamediana (1582-1622), vivió en esta casa
hasta el momento de su muerte. Este hombre es hoy bien conocido en las leyendas populares. Y es que sus amoríos eran de lo más comentado de la
época. Parece ser que la reina Isabel de
Borbón, esposa de Felipe IV, llegó a ser su amante, y son muchas las
anécdotas relacionadas con esta historia las que aún se conocen en la ciudad.
Una de ellas cuenta que el conde llegó a provocar un
incendio en el coliseo de Aranjuez durante la celebración del aniversario del
rey, solo por poder sacar en brazos a la reina de la fiesta. El rey expresó su
enfado tras el acontecimiento, ya que parece que el conde tardó más de lo
necesario en devolver a la reina sana y salva.
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3. "La muerte del conde de Villamediana", Manuel Castellano |
Sea como fuere, lo cierto es que la noche del 21 de agosto de 1622, alrededor de las
9 de la noche, el conde estaba volviendo a su casa de la calle Mayor en un
coche con la única compañía de Luis de Haro, hijo del marqués de Carpio. En el
momento en que estaba ya llegando a su domicilio, a la altura del callejón de la Duda, un hombre que
llevaba la cara tapada disparó con
una ballesta al conde y escapó.
Una famosa pintura de Manuel Castellano titulada “La muerte del conde de Villamediana” (ver imagen 3),
propiedad del Museo del Prado pero expuesta en el Museo de Historia de Madrid,
retrata el momento en que numerosos vecinos contemplan el cuerpo ya sin vida
del conde, una vez se había desplazado el mismo al interior del palacio.
Aún alguien recuerda unos versos, atribuidos a Luis de
Góngora, que rezan de la siguiente manera: “Mentidero
de Madrid / decidnos ¿quién mató al conde? / ni se sabe, ni se esconde / sin
discurso, discurrid: / dicen que le mató
el Cid / por ser el conde Lozano / ¡disparate chabacano! / la verdad del caso
ha sido / que el matador fue bellido / y el impulsor soberano”.
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4. Palacio de Oñate, con la fachada de Pedro de Ribera |
Y es que todos en la ciudad atribuyeron al monarca Felipe IV el encargo de la muerte del
conde por esos escándalos con la reina.
Tanto en los versos como en la pintura hay una referencia a
uno de los mentideros de Madrid, el
de las Gradas de San Felipe, que se
situaba precisamente en las escaleras del convento de San Felipe el Real,
frente al Palacio del conde de Villamediana.
A la muerte del conde, sus títulos pasaron a su primo Íñigo
Vélez de Guevara y Tassis, conde de
Oñate. Por ese motivo, a partir de ese momento, la mansión fue denominada Palacio de Oñate.
No obstante, el mismo pronto cambió su fisonomía. Si cuando
se construyó compartía manzana con una de las mancebías más populares de la ciudad (uno de los prostíbulos de la
época), a principios del siglo XVIII,
la zona comenzaba a tener otro aspecto. De hecho, el palacio se embelleció
notablemente cuando el arquitecto Pedro de Ribera le incorporó una fachada
barroca con dintel y jambas de piedra berroqueña (ver imagen 4). Un balcón asomaba en esa fachada de Ribera, desde el cual se podían
presenciar los acontecimientos más importantes de la calle Mayor. El mismo
estaba coronado con el escudo heráldico
de la familia Oñate.
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5. Demolición del Palacio de Oñate |
Pero el tiempo pasó, y Madrid sufrió severas
transformaciones. Entre 1857 y 1862, la reforma
de la Puerta del Sol llevó consigo la demolición de la Casa del licenciado
Molina, y por tanto, la desaparición de la calle de la Duda.
El siglo XX comenzó con los cambios más importantes de
nuestra ciudad: el proyecto del metro de Madrid (1913-1919), la construcción de
la Gran Vía (1910-1929), y así un largo etcétera.
En esta época se derribaron algunos palacetes del centro
para hacer paso a nuevos edificios. Entre ellos, se demolió el Palacio de Oñate (ver imagen 5). Sin embargo, parece que el
Ayuntamiento de Madrid, consciente de la importancia de la fachada del arquitecto
madrileño, decidió salvarla y
guardarla en los almacenes municipales.
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6. Casa Palazuelo, de Antonio Palacios |
En el solar del palacio
se construyó la Casa Palazuelo en 1919 (ver imagen 6), un bello inmueble de Antonio Palacios que hoy tiene uso
comercial.
El Ayuntamiento, por su parte, no sabía qué hacer con la
portada barroca de Pedro de Ribera.
Pasaron los años, y desde 1928, comenzó a construirse en la
zona de la Moncloa la Ciudad Universitaria, una de las obras
más ambiciosas de nuestra ciudad.
En ese mismo año, 1928,
el rey Alfonso XIII inauguró en el
mismo entorno la llamada Casa de
Velázquez, una institución cultural
francesa en el extranjero dedicada al estudio del hispanismo, que forma a
artistas, profesores e investigadores con intercambios entre Francia y los
países ibéricos.
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7. Casa de Velázquez, 1935 |
Así, durante la II
República (1931-1936), el Ayuntamiento de Madrid decidió ofrecer la fachada de Pedro de Ribera a diversas
instituciones, y fue la Casa de
Velázquez quien decidió aceptar la propuesta de incorporar la fachada histórica del Palacio de Oñate a su sede.
De esta manera, en 1935,
la institución cultural francesa añadió esta portada barroca a su nuevo
edificio (ver imagen 7), en un entorno estudiantil y universitario, puesto que en ese año las
obras de la Ciudad Universitaria estaban ya muy avanzadas.
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8. Casa de Velázquez tras la Guerra Civil |
Sin embargo, la Guerra Civil (1936-1939) fue especialmente cruenta en esta zona, con lo que la Casa de Velázquez quedó prácticamente destruida (ver imagen 8), y la fachada no pudo ser restaurada tras la
contienda, aunque sí lo fue el edificio que hoy seguimos conociendo como Casa
de Velázquez.
Una de tantas pérdidas arquitectónicas que trajo consigo la
Guerra Civil, pero que hace que la historia del Palacio de Oñate resulte más melancólica en este apartado de “el Madrid que SÍ fue”.
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