El Edificio
Metrópolis es, sin lugar a dudas, uno de los más fotografiados de la capital.
Su monumentalidad y belleza son indiscutibles. Sin embargo, te invitamos a que
descubras hoy los proyectos alternativos para su construcción, que no tienen
nada que envidiar al finalmente realizado.
La Gran Vía y la calle Alcalá son dos de las calles más
monumentales de nuestro querido Madrid. Si bien es cierto que el trazado de la
calle Alcalá se remonta al siglo XV, el
de la Gran Vía es relativamente reciente. En 1904 se aprobó su construcción, y
el 4 de abril de 1910 comenzaron las
obras de tan importante envergadura.
Alfonso XII firmando en el acta de inauguración de los trabajos de demolición de las fincas enclavadas en la futura Gran Vía. 4 de abril de 1910. ABC |
El rey Alfonso XIII
estampó su firma en tan señalada jornada en el acta de inauguración de los trabajos de demolición de las fincas
enclavadas en lo que se conocía como la prolongación de la calle Preciados y el
enlace de la plaza de Callao con la calle de Alcalá. Posteriormente el monarca
dio el simbólico piquetazo a la Casa del Cura, residencia del sacerdote
de la vecina Iglesia de San José, aún existente, dando así comienzo a estas
obras.
Todo ello tuvo lugar ante una casa situada en un lugar privilegiado en Madrid, ese
espacio que sirve de punto de unión entre la Gran Vía, la calle del Caballero
de Gracia, y la calle de Alcalá: el solar del actual Edificio Metrópolis, que hasta poco antes había estado ocupado por
un curioso inmueble, la Casa del Ataúd.
Antigua Casa del Ataúd. A la derecha se aprecia la fachada de la aún existente Iglesia de San José |
Ese edificio era conocido con tal nombre por la estrechez que le caracterizaba, con una
sola ventana en el chaflán. Su fama estaba ligada a su particular localización
y a la existencia junto a ella, en la misma calle del Caballero de Gracia, en
el siglo XVIII, de la fonda de la Cruz
de Malta, lugar en que se alojaron viajeros ilustres de diversos países, y
que se convirtió a mediados del siglo XIX en la fonda de la Amistad. La Casa del Ataúd fue, no obstante, el primer
inmueble derribado para las obras de la Gran Vía.
Ya años antes, la compañía aseguradora La Unión y el Fénix se había interesado en esta manzana por su
privilegiada ubicación. Por ese motivo, y tras la adquisición del solar, se
decidió convocar en mayo de 1905 un concurso para la creación de un edificio emblemático en dicho lugar.
Se proponía un inmueble en el que habría una vivienda de lujo por planta, con
posibilidad de división posterior, y con acceso principal a través de un elegante portal por la calle de Alcalá.
También habría una puerta para el servicio, de la que arrancaría una escalera para la servidumbre que
discurriría junto al patio de luces.
La planta baja estaría ocupada por cafés, restaurantes, tiendas y las calderas del edificio, así como el archivo general de la compañía aseguradora, cuyas oficinas se situarían en la planta de
entresuelo.
Se solicitó de igual modo que los arquitectos que se
presentaran al concurso idearan unas fachadas
en sillería “todo lo monumentales que sea posible”, pero con “cierta
sobriedad de escultura, excepto en la rotonda”. Además se incluiría, coronando
la fachada central, una “bonita
composición alegórica” del emblema de la compañía, el fénix, ave mitológica que renace de sus cenizas.
Numerosos arquitectos, la mayor parte españoles, pero
también algunos de otros países, presentaron sus interesantes proyectos para
este icónico edificio.
Proyecto de Julio Martínez-Zapata para la Unión y el Fénix. monumentamadrid.es |
Uno de los más llamativos era el concebido por Julio Martínez-Zapata (1863-1915). Este
arquitecto y dibujante madrileño
realizó en la capital obras como el
Puente de la Reina Victoria sobre el río Manzanares, o la Casa de Socorro Municipal del Distrito
Centro, así como iconos en otras ciudades: el Puente de María Cristina de San Sebastián o la Casa Consistorial de Santander. No en vano, llegó a ser nombrado arquitecto municipal de la Villa de Madrid.
Decidió presentarse a este concurso con uno de los proyectos
más bellos y monumentales, con algunas trazas
modernistas que bien nos puede recordar a otro edificio que se finalizó tan
solo unos meses antes en Madrid por el arquitecto José Grases Riera: el Palacio
de Longoria.
Proyecto de Manuel de Busto para la Unión y el Fénix. monumentamadrid.es |
Uno de sus proyectos más destacados fue, precisamente, este
edificio de la Unión y el Fénix. Se trataba de una recargada fachada que tenía características
más propias de una catedral que de
una empresa aseguradora.
El detalle más particular era la gran cantidad de aves fénix que hacían equilibrios sobre
unos atractivos chapiteles que, a
todas luces, pretendían convertirse en un guiño hacia la compañía, de manera
que la importancia dada al símbolo de la aseguradora en el edificio pudiera
hacer que el fallo del jurado se decantara por este proyecto.
Otro de los más atrayentes fue el de los hermanos franceses Jules y Raymond Février. Jules Février
(1842-1937), el más destacado de los dos arquitectos, ya había construido en
aquel momento una de sus obras cumbres, el Hotel
Gaillard, en París.
Lo que proponían para la aseguradora española era un
edificio que evocaba, irremediablemente, la arquitectura francesa. De estilo neorrenacimiento, Bajo Imperio, destacaría por una cúpula de pizarra con incrustaciones
doradas, del denominado estilo “Pompier” o bombero, por su
similitud con un casco de esta profesión, que serviría de soporte para la
figura del fénix.
Proyecto de los hermanos Février para la Unión y el Fénix. monumentamadrid.es |
Estos arquitectos franceses, a pesar de haber realizado ya
varias obras en Francia, encontraron en Madrid la ciudad en la que pudieron
construir, posiblemente, su obra más relevante. Y es que en septiembre de 1906 el jurado falló a favor de los hermanos Février,
los cuales pudieron ver cómo su proyecto para la aseguradora de la Unión y el
Fénix comenzaba a construirse el 4 de
junio de 1907.
Fueron 8.000 pesetas
(hoy serían unos irrisorios 48 euros) las que ganaron estos arquitectos, además
del privilegio de poder construir este inmueble, al hacerse con el primer
premio del concurso.
Sorprendentemente, el segundo puesto quedó desierto, y el
tercero fue para Julio M. Zapata,
con 3.000 pesetas (18 euros), aunque
a Manuel del Busto también se le
reconoció con un accésit, o galardón
inferior al premio.
Por tanto, cuando Alfonso XIII inauguraba las obras de la
Gran Vía en 1910, pudo admirar cómo se desarrollaban las obras de este
majestuoso edificio, que se inauguró
el 25 de enero de 1911 con una gran fiesta.
Desde entonces, tanto madrileños como visitantes pueden
admirar esa monumental fachada, adornada
con columnas corintias, cuyos
remates se convierten en los pedestales de las estatuas diseñadas por los escultores Paul Landowski, De Lambert y
Saint Morceaux, alegorías del Comercio,
la Agricultura, la Industria y la Minería.
Dominando todos estos conjuntos escultóricos, y en la parte
más alta de la fachada central, destaca otro realizado por el artista Mariano Benlliure, precisamente en el
comienzo de la cúpula de pizarra que remata el edificio.
Edificio de la Unión y el Fénix en 1915 |
Sobre la misma, se situó el símbolo de la empresa, la figura
del Ave Fénix cabalgada por Ganímedes con el brazo alzado y
modelada en cobre de nuevo por
Morceaux.
En 1972, la
edificación fue adquirida por otra compañía aseguradora, Metrópolis, por lo que el inmueble pasó a denominarse Edificio Metrópolis.
El remate del Ave y el Fénix fue sustituido por una Victoria alada en bronce en 1977, la que aún hoy podemos observar.
No obstante, se puede contemplar el original en el jardín de la sede de la Unión
y el Fénix, la actual Mutua Madrileña, en el Paseo de la Castellana.
Pero volvamos al Edificio Metrópolis. Y es que esta
relevante obra es un gran ejemplo del importante cambio que sufrió Madrid a principios
del siglo XX, embelleciéndose con nuevas creaciones como la mencionada Gran Vía. Hay un antes y un después
entre la Casa del Ataúd y el Edificio de la Unión y el Fénix.
Numerosos proyectos pudieron haber embellecido el comienzo
de la más transitada avenida de la capital. Todos los presentados gozaban de
una increíble monumentalidad y belleza.
Cualquiera de los aquí comentados habría hecho justicia a
las dos relevantes vías que tenía que custodiar. Sin embargo, la elección no
fue desafortunada en ningún caso, ya que actualmente este edificio se encuentra
entre los más hermosos y admirables
de nuestro Madrid. El Palacio Real, la Puerta de Alcalá, el Palacio de Cibeles,
la Puerta del Sol… son iconos indiscutibles de la capital, pero, ¿podríamos concebir un Madrid sin el
Edificio Metrópolis?
Quizás con el edificio de correos, sea el edificio más bonito de madrid.
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario!
EliminarUn saludo.