En España, al contrario de lo que ocurre en países como
Reino Unido, la gente no tiene la costumbre de visitar camposantos para conocer
una ciudad o, simplemente, para pasar una tarde soleada de domingo. Sin
embargo, en el siglo XIX se quiso a dotar a la capital con un lugar
digno de admiración en el que pudieran descansar los restos de los personajes
más ilustres.
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1. Iglesia de San Francisco el Grande. Siglo XIX |
El 6 de noviembre de 1837 las Cortes Generales
aprobaron la conversión de la iglesia de San Francisco el Grande,
construida en la segunda mitad del siglo XVIII, en el primer Panteón de
Hombres Ilustres de España. En el mismo sólo podrían estar los cuerpos de
personajes relevantes para la historia del país.
En 1841, la Real Academia de la Historia propone la
primera lista, pero es en 1869 cuando se nombró una comisión para localizar los
restos.
El 20 de junio de 1869 se inaugura ese primer panteón
en un acto solemne: bandas de música, unidades del Ejército y de la
Guardia Civil, políticos, estudiantes... acompañan el desfile de cinco
kilómetros de carrozas fúnebres, con el sonido de fondo de cien
cañonazos, y encendiendo tres grandes lámparas al entrar los restos en
la iglesia.
Los cuerpos allí depositados fueron los de los escritores Francisco
de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, los poetas Garcilaso de
la Vega, Alonso de Ercilla y Juan de Mena, el humanista Ambrosio
de Morales, los arquitectos Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva,
el político Zenón de Somodevilla y Bengoechea (Marqués de la Ensenada),
los militares Gonzalo Fernández de Córdoba y Federico Gravina, y
el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza.
A pesar de este importante paso, son muchos los personajes
que no pueden ser encontrados y el proyecto no toma las dimensiones deseadas.
En muchos casos no se encuentran los restos, o diferentes ayuntamientos no
permiten su traslado: Lope de Vega, Cervantes, Juan de Herrera, Antonio
Pérez, Claudio Coello, Tirso de Molina, Jorge Juan, El Cid, Don Pelayo, Goya,
Murillo, los condes de Campomanes y Floridablanca, Guzmán el Bueno, Jovellanos,
y un largo etcétera entran en esta lista.
Por este motivo, al pasar unos años se descarta la idea de
seguir buscando más cuerpos y se destierra la
de construir un Panteón Nacional, trasladando así los restos ubicados en
San Francisco el Grande a sus lugares de origen.
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2. Proyecto original de Fernando Arbós y Tremandi |
Por otra parte, existía también en el siglo XIX una gran
iglesia y un convento de dominicos que, construidos en el siglo XVI sobre
una antigua ermita, estaban bajo la advocación de la Virgen de Atocha.
Ya Felipe II demostró su devoción al visitar el santuario antes y después de
cada batalla, y Felipe IV también, proclamando en 1643 a la de Atocha como
“Virgen protectora de la Familia Real y de la Monarquía Española”.
En 1808 se produce la invasión napoleónica, y
la iglesia se transforma en cuartel. Tras la Guerra de Independencia, los
dominicos vuelven al convento y, en 1863, la iglesia es ascendida a basílica.
Sin embargo el deterioro de la guerra es visible y no se consigue recuperar el
esplendor previo.
En 1888, la regente María Cristina, viuda de
Alfonso XII, al ver el estado de los edificios, ordena su derribo y la construcción
de un nuevo complejo, en el que se incluirá un nuevo proyecto del
anteriormente fracasado Panteón de Hombres Ilustres.
Este nuevo proyecto ilusiona a los que creyeron posible un
lugar en el que se rindiera homenaje a los más importantes personajes de la
historia del país. Esta vez, además, con el añadido de construir un edificio
desde cero para albergar semejante empresa.
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3. Tumba de Prim en el Panteón antes de su traslado a Reus |
El concurso público que tiene lugar entre los años
1888 y 1890 es ganado por el arquitecto Fernando Arbós y Tremandi, quien
propone un conjunto neobizantino muy ambicioso en el que la basílica
sería el templo de la Corte. (Ver foto 2)
Por una parte, un campanil italiano con un reloj de
cuatro esferas y tres campanas destacaría en el conjunto. Por otra, el propio panteón,
a modo de claustro, daría cobijo a las tumbas de las importantes
personalidades. El mismo estaría inspirado en el camposanto del Campo dei
Miracoli, de Pisa.
El panteón sería de planta cuadrada, con dos cúpulas
semiesféricas en las esquinas y tres galerías con vidrieras y arcadas.
En 1891 comienzan las obras, pero en 1899,
cuando la basílica ni se había comenzado, los problemas económicos obligan a
suspender el plan. Sólo el panteón y el campanil habían llegado a ser
construidos. Además, se dio prioridad a las obras de la Cripta de la Almudena,
con lo que la continuación del proyecto quedó condenada al olvido.
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4. Panteón e Iglesia de Atocha antes de la Guerra Civil |
Los frontones decorados con mármol negro, los fustes
de mármol blanco de puertas y ventanas, las losas de piedra caliza
de las fachadas, el granito de zócalos y sillares, la entrada y los
pavimentos decorados con mosaicos... no hacen más que recordarnos lo que
pudo llegar a ser aquel conjunto si se hubiera podido finalizar el proyecto.
En 1901, y finalizadas las obras del panteón, se
trasladaron allí los restos de Prim (ver foto 3), Castaños, Manuel Gutiérrez de la
Concha, Antonio Ríos Rosas y Palafox.
Después, se añadieron los de Antonio Cánovas del
Castillo, Juan Álvarez Mendizábal, Agustín Argüelles, Salustiano
Olózaga, Antonio José María Calatrava, Práxedes Mateo Sagasta,
Eduardo Dato, José Canalejas, Martínez de la Rosa y Muñoz Torrero.
En 1924 los dominicos reanudaron las obras de su
nueva iglesia, pero ya sin seguir los trazos de Arbós (Ver foto 4). Sin embargo, la actual
iglesia data de 1951, ya que la que había sido construida quedó
destruida en la Guerra Civil.
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5. Panteón de Hombres Ilustres en la actualidad.
Imágenes de ventanasalpensamiento.blogspot.com y
Sara Fernández para "El Mundo", respectivamente |
Entre los años treinta y ochenta del siglo XX, el Panteón es
abandonado, y los restos de Castaños, Prim y Palafox son trasladados a
Bailén, Reus y Zaragoza respectivamente.
En 1963 se decide construir en los terrenos libres que se
sitúan entre el Panteón y el campanil, el colegio Nuestra Señora de Atocha,
dirigido por dominicos.
Ya en los años ochenta, Patrimonio Nacional restaura
el Panteón, y en 2003 los mosaicos.
Sin duda una oportunidad perdida para poder crear un
conjunto en que se veneren los restos de los más destacados personajes ilustres
del país.
A pesar de todo ello, son varias las esculturas que se llegaron a
hacer para acoger estos cuerpos. Algunas son de artistas de la talla de Mariano
Benlliure o Pedro Estany, con lo cual desde aquí reivindicamos el
valor del Panteón de Hombres Ilustres actual, que seguramente no está
valorado como debería, y que a veces pasa desapercibido incluso para los
propios madrileños.
¿Te animas a visitarlo?